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Tirá nomás ya tu chicle y ni se te ocurra ponerte gafas oscuras o quepis; es hora de lanzarte al mundo laboral y, para ello, la buena apariencia es más que importante. No te aparezcas vestido como si fueras a una fiesta de Año Nuevo ni te olvides de tener un superaliento fresco y el cabello bien peinado.
Lo más inteligente que podés hacer es preparar posibles respuestas a las típicas preguntas que siempre surgen en una entrevista. Desde cuáles son tus más importantes defectos hasta por qué deberían escogerte a vos y no a otros –que están afuera esperando su turno–. También es bueno que stalkees a la empresa y así consigas toda la información útil sobre ella.
Antes de ir a la cita, confirmá muy bien dónde será y a qué hora, olvidate de la ley del paraguayito de llegar tarde y sé puntual. De ser posible, andá de pasada unos días antes para calcular cuánto tiempo demora tu bus en llegar. Ese día te conviene llevar una libretita en la cual puedas escribir cualquier dato que necesites. Durante la entrevista, no te pongas nervioso, si ves que otros “más experimentados” también están buscando el puesto. Recordá que vos estuviste estudiando a tiempo completo.
Indudablemente, la mayor prueba para muchos será aguantarse esa horita y desligarse totalmente de su teléfono, ya que, por supuesto, atender llamadas o ponerse a tuitear “estoy en mi entrevista” será una falta de respeto; así que, el celular apagado.
Por último, hablá claro y no dudes; así proyectarás seguridad. Eso sí, no te sientas tan cómodo como para empezar a utilizar “kapé, boluda, ni ahí” y perder la seriedad. Pero, por sobre todo, no mientas, que te contraten por lo que sos y vales. ¡Mucha fuerza!
Por Lía M. Barrios (19 años)