¿Te tocó un papá moderno o uno del viejazo?

–Che, ¿vamos mañana al cumple de José? –No puedo. Sabés que papá no va a querer –Ash, qué argel que es. Por suerte, mi vieja no tiene drama con que salga a farrear. En todo grupo de amigos no falta el permiso'i con padres "chapados a la antigua", quienes no lo dejan salir de fiesta, a diferencia de ese compañero al cual su mamá "buena onda" le permite ir a donde quiera.

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Hoy en día, separamos a los padres en dos grupos: los del "viejazo" y los "modernos". Estos últimos consienten mucho a sus hijos, les dan lo más nuevo en tecnología para que no pasen pelada frente a sus amigos y hacen de todo para ser lo más cool posible.

Por otro lado, tenemos a los "chapados a la antigua", quienes mantienen algunas costumbres que los jóvenes consideran anticuadas. No dejan que su hija se quede a dormir en casa de sus amigas, a menos que conozcan perfectamente a los padres de las mismas.

El papá buena onda permite que su hija vaya a cualquier lugar, sin poner límites ni horarios. En cambio, la mamá "anticuada" solo la deja salir después de mucho pataleo, la lleva hasta el lugar donde será la fiesta y, por supuesto, al igual que la cenicienta, debe estar en casa a las 00:00.

Los padres tradicionalistas deben entender que los tiempos cambian. Antes, el pretendiente iba a visitar a la novia a su casa y permanecía en la sala ante la atenta mirada del papá; ahora, la chica también va a la casa del muchacho y se queda hasta tarde. Los jóvenes tienen nuevas costumbres: desean salir, ir al cine o a pasear. Que sean diferentes a los de antes no significa que sean malos.

Algunos padecen el "síndrome de padre exigente". Por ejemplo, si el joven saca un 4 en una materia, le piden 5 y si lo alcanza, en vez de felicitarlo, lo presionan para que no deje de esforzarse. Le exigen tanto que terminan asfixiándolo y logran que se rebele.

No está mal ser exigente con los hijos, pero ellos también necesitan divertirse. Sin embargo, tampoco se debe ir al otro extremo y ser muy liberales, pues todos necesitan ciertas reglas. El secreto está en mantener el equilibrio entre disciplina y confianza. Hay que recordar que las decisiones que toman los jóvenes son el reflejo de lo que aprenden de sus padres. Y como diría el Principito: “Todas las personas mayores alguna vez fueron niños, aunque pocas de ellas lo recuerden”.

Por Ana Lezcano (18 años)

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