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Según cuentan, los albañiles son los campeones de los piropos, ingeniándose con toda clase de expresiones, como “Tanta carne y yo en Cuaresma”, o simplemente se conforman con el famoso silbido “fiuuu, fiuuu”. Al ver construcciones donde ellos trabajan, ya sabemos a lo que nos podemos enfrentar porque, generalmente, sus frases se caracterizan por su contenido “no apto para menores de edad”.
Los policías no se quedan atrás a la hora de “halagar”, igualmente tienen sus salidas que te dejan sin palabras, lanzando frases como “Te llevo presa, porque es un delito ser así de hermosa”. A veces creemos que frenan la patrullera para hablar de algo serio, pero resulta que solo querían decirte alguna tontería de esas.
Además existen aquellos piropos indescifrables, que te los susurra cualquiera en la calle, acompañándolos de una intensa mirada; nos quedamos con la incógnita de qué quiso decir o te preguntás si es extranjero o simplemente tu belleza le encantó tanto que ni pudo encontrar las palabras para construir algo coherente.
Existen personajes a los que les cuesta pronunciar términos completos y los acortan, en vez de decir “mi amor” te dicen “mooor” apasionadamente, por ejemplo, desde vehículos, ya que el tiempo no les da para expresarse con mayor creatividad. Generalmente, los motociclistas se lucen con la capacidad de girar el cuello como búho para terminar de mencionar lo que quieren.
Nadie se salva de los piropos; no los sufren solo las mujeres jóvenes, sino de todas las edades; los hombres tampoco se libran. A veces, un buen bife de novela puede solucionar el problema, pero si el halago es bueno, o por lo menos simpático, ¡no te cuesta nada regalar una sonrisa! Ya que no hay duda de que nos pueden hacer reír en un día difícil.
Por Ayelén Díaz (16 años)