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La indiferencia hacia los demás es muy fuerte hoy en día. Por esa razón, muchos deciden aparentar frialdad y dureza en su actitud, entonces uno piensa que, como todo el mundo ya tiene suficientes problemas, es inútil tratar de contarle o confiarle los propios a alguien. Algunas veces hasta hay personas que se sienten incómodas cuando un amigo le pregunta por estos temas, ya que consideran que está tratando de meterse en su vida.
Los asuntos sentimentales de cualquier tipo son minimizados y entendidos como de poca importancia. Incluso, en ocasiones, una persona corre el riesgo de ser considerada por los demás como ridícula o patética si se siente triste o alegre por algo que, para la sociedad actual, es demasiado insignificante.
En realidad este es un gran error. Se sabe que la felicidad y la alegría se encuentran en las pequeñas cosas de la vida; en viajar con los amigos, en el primer beso con la novia, en los recuerdos de la infancia, en formar una familia, etc. Hoy día, todas esas cosas son dejadas de lado por los asuntos laborales y económicos. Por ello, la gente prefiere evitar hablar de temas como la añoranza, el amor, etc.
Siempre es importante que tengamos un amigo, una pareja o un familiar a quien confiarle lo que sentimos. En lugar de irritarnos cuando una persona nos pregunta sobre esto, deberíamos estar agradecidos de que le interesemos de esa manera ya que, en un mundo donde la mayoría de la gente vive solo pensando en sí misma, alguien que se preocupe por nosotros porque nos aprecia, vale oro.
Por Rubén Montiel (19 años)