Cargando...
A la hora de cantar una música especial, se forma un vínculo fuerte entre el mariachi y las personas, con un sentimiento común que es la felicidad. Ariel expresa que lo más agradable es que te conozcan por lo que mejor te sale y por el arte que hacés. “El cariño que la gente comparte me inspira para que continúe con esta grandiosa labor”, relata.
Ariel y los demás miembros del grupo Los Parranderos pudieron darse cuenta de que, en algunos eventos, puede faltar hasta la cervecita, pero nunca el mariachi. Recuerda también que, en varias ocasiones, metieron sus botas en el barro para llegar hasta la casa en la cual debían cantar la serenata. “He visitado tanto lugares humildes como lujosos”, afirma.
El mariachi es algo muy importante en cualquier evento, no importa cuál sea el motivo de la fiesta. La gente prefiere escuchar canciones alegres, nostálgicas e, incluso, las que trasmiten tristeza por el amor perdido, dependiendo de la ocasión. “Hemos tocado en cumpleaños, casamientos y velorios”, afirma el joven.
Así también, cuenta que, junto con otros artistas, tuvo excelentes experiencias y otras no tan agradables. Visitó muchos puntos del país, compartiendo música y alegría con la gente. “Cada presentación es diferente y se transmiten distintos sentimientos”, comenta. Además, relata que las canciones más solicitadas son: Las mañanitas, Allá en el rancho grande, El rey, El preso número 9, Feliz cumpleaños, etc.
Los niños se sienten muy entusiasmados al ver a un mariachi. Asimismo, añade que a los pequeños les encanta bailar y cantar cuando los trajeados con trompetas y sombreros gigantes están en la pista. “Los nenes agarran un palito, simulando que tienen una guitarra, y me llena de alegría cuando les veo porque siento reflejada mi niñez”, agrega.
Ariel resalta que, aparte de todos los estilos de música, como el pop, rock o cumbia, la mexicana es un recuerdo que perdurará por muchísimo tiempo. Asimismo, añade que una persona al escuchar cantar a un mariachi siente una emoción muy fuerte, no importa la edad ni el sexo.
Por José Peralta (18 años)