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Ese papel de ser prácticamente el segundo papá para tu hermano pequeño muchas veces es complicado. Cuando llora cumplís sus caprichos, le acompañás a sus torneos, entrenamientos e intercolegiales y le llevás a la plaza para que juegue con sus amiguitos, por el simple hecho de que sos su ejemplo a seguir y le querés mucho.
Te ponés mal por un instante durante un sábado cuando escuchás que tu papá te dice: “Hijo, esta noche te vas a quedar con tu hermanito porque saldré a comer con tu mamá y luego iremos a un concierto, ¡cuídale que!”. Al principio te sentís enojado porque justo te estabas preparando para farrear con tus amigos, aunque al final no termina siendo aburrida la noche porque la pasás bien con tu broth.
Si sos un buen ejemplo para tu hermano siempre lo tendrás a tu lado, en la plaza, en la cancha y en el colegio. También debés ayudarle con sus problemas cotidianos, las tareas del cole, en sus peleas y deberes de la casa. Si de repente lo ves aburrido o tekorei, tenés la obligación de llevarlo a chutar la pelota o realizar cualquier juego que sea al aire libre con el fin de que no se vuelva un perezoso.
Sería una mentira si te dijeras que no te sentís todo un genio cuando le ayudás a tu hermanito pequeño con su tarea o también cuando le aconsejás. Es una gran satisfacción saber que sos un héroe para tu hermano, que siempre te persigue, intenta realizar las cosas que vos hacés y llamar tu atención porque, tal vez en el fondo, a él le gustaría ser como vos. Admitámoslo, que aunque a veces te vuelva loco… ¡darías todo por ese enano!
Por Aristides Arámbulo (17 años)