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¿Qué es el balonmano en tu vida?
El hándbol hoy es lo primero. Supongamos que tengo un acontecimiento familiar y una práctica en el mismo horario; voy al entrenamiento, cualquier otra cosa, generalmente, pasa a segundo lugar. Si me despierto al amanecer es para entrenar y si duermo temprano es porque al día siguiente disputo algún partido.
¿Qué sentiste en tu debut en el Mundial en Serbia?
Cuando sonó el Himno Nacional, durante el primer partido del Mundial sub 18, comencé a llorar. Fue increíble, se me erizó toda la piel. A pesar de que el campeonato no tuvo tantos espectadores como en el de mayores, el inicio de aquel encuentro fue muy emotivo.
¿Cuál fue tu experiencia en ambos mundiales?
Para mí fue lo máximo. Mi entrenador me dijo durante el Mundial sub 18 que el de mayores sería mucho mejor y tuvo razón. Es increíble cómo se vive el hándbol en Europa, pues sus estadios de balonmano se podrían comparar con nuestras canchas de primer nivel de fútbol.
¿Cuáles son tus deseos con el hándbol?
Sueño con ser capitana de Paraguay como lo fue mi mamá. Además, anhelo lograr muchos títulos e ingresar al top de los 18 mejores países del mundo, pero para eso falta todavía. Me gustaría jugar en Noruega; en Europa es otro el nivel de este deporte. Además, quisiera estudiar más carreras, no solamente Educación Física.
¿Algún mensaje para los jóvenes?
Cuando encontrás lo que realmente te gusta, debés dar todo por ello. Las bendiciones vendrán por sí solas cuando realizás lo que te fascina y lo hacés superbién, de todos lados llegan las oportunidades.
Por Aristides Arámbulo (17 años)