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Hace ya varios meses, algunos estudiantes andan reclamando a las autoridades de la Facultad de Filosofía UNA que se baje la escala del piso requerido con el fin de ingresar en esta casa de estudios. Pues, en la convocatoria pasada de admisión, muchos no lograron alcanzar los 300 puntos, que es lo necesario para capacitarse en dicho centro académico.
Aunque en los últimos tiempos se haya dado mucha atención a estos jóvenes mencionados, también se encuentran del otro lado los estudiantes que no coinciden con que se acepte esa petición, debido a que consideran que sería injusto para los que sí se esforzaron y lograron sobrepasar la barrera de los 300 puntos.
Además, la solución a este problema no sería admitir a quienes no alcanzaron el puntaje mínimo necesario, sino todo lo contrario. ¿Por qué en vez de bajar la escala, mejor no se incrementa el piso requerido? Pues la UNA debería ser para aquellos que se esfuerzan, no para los que ingresan e igual van a calentar asientos, cosa que es más que común en la Facultad de Filosofía.
Asimismo, otra de las justificaciones de estos jóvenes es que el Estado entregó el dinero para financiar las plazas vacantes de las carreras como Letras, Historia o Ciencias de la Educación. Pero, quizás, se olvidan de que presupuestar no es precisamente gastar. Y en todo caso, lo mejor sería que ese monto se invierta en los alumnos que sí sobrepasaron el obstáculo de los 300 puntos de los exámenes.
Sin embargo, estas personas insisten en que se completen esos lugares vacíos con los estudiantes que no alcanzaron el piso necesario. Entonces, para complacerlos, el nuevo método de admisión a la facultad, desde el 2016, será llenar los cupos con los puntajes de manera creciente: el que peor rindió ingresará en el primer puesto y los más bochos se quedarán afuera, o mejor aún, que se eliminen los exámenes, así hasta los inteligentes tendrán una oportunidad.
Por Gonzalo Recalde (18 años)