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El proyecto Po Paraguay, encabezado por Eric, estudiante de Medicina, y Fernando Valese, ingeniero electrónico, comenzó cuando se enteraron de que se había llevado a Sudán un emprendimiento para hacer prótesis con impresoras 3D. “Parecía cosa de película, tipo Star Wars, algo de otro mundo que nunca pasaría; quedé fascinado”, confiesa Dijkhuis. Asimismo, dice que aquel descubrimiento le provocó una sensación agridulce porque tiene el potencial de cambiar vidas. No obstante, en nuestro país existe mucha gente que no tiene acceso a esa tecnología.
El proceso de realización de las prótesis consiste en sacar las medidas del interesado, lo cual se puede llevar a cabo a distancia, mandando fotos y videos a los elaboradores. “Marca la diferencia que una persona no tenga que acercarse hasta nosotros para hacer los diseños, ya que le mandamos un tutorial que deben seguir al momento de enviarnos las imágenes que necesitamos”, sostiene.
“Tardamos unos dos meses en adaptarnos a la tecnología de la impresora”, relata el joven. Cuenta que mandaron traer el aparato del exterior y que vino dañado, por lo cual emplearon un buen tiempo en arreglarlo. En ese entonces comenzaron a contactarse por internet con un numeroso grupo de gente que armaba las prótesis con el moderno método e iniciaron a intercambiar innovaciones en la materia. “Ayudó trabajar con miles alrededor del mundo, antes que necesitar a 50 cerca”, asevera.
La idea es que las manos hechas con la impresora sean una extensión de la personalidad, por eso se les da el toque de originalidad, de acuerdo con lo que pida el interesado. “Que una nena pase de ser la niña con una prótesis a una princesa y un muchacho se convierta en un superhéroe luego de sufrir un accidente es lo que da satisfacción, así como la sonrisa que te brindan después”, explica.
“El éxito no conoce diferencias. Si tenés una buena idea y creés en ella, la gente también lo hará. Pero no hay que olvidarse de ser uno mismo; no trates de quitarte la barba ni vestirte de ropa cara para que las personas apuesten por vos. En fin, rompé los esquemas y sé revolucionario”, finaliza Eric.
Por Ayelén Díaz Chaparro (19 años)