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¿Qué pasa cuando te ponés nervioso? La mayoría solemos mordernos las uñas, no dejar quietas las manos o sonar los dedos. Todas estas acciones son involuntarias y, a veces, no podemos controlarlas.
Algunos tics no responden a ningún estímulo, como parpadear inevitablemente o tartamudear.
Simplemente tus labios o párpados están fuera de control y se alocan, dejándote como un enfermo que recién se escapó del neuropsiquiátrico.
Entre los más comunes están aclararse la garganta o toser, hacer muecas, arreglarse el cabello o tocar alguna parte del rostro. El más problemático es el síndrome de Tourette, que combina varios tics y dura años, lo curioso es que el primer caso registrado fue un monje que sufría tics vocales y motores haciendo pensar a la gente que era víctima de una posesión demoníaca.
Estos espasmos involuntarios suelen aparecer en la etapa de la niñez y, de no ser tomados en cuenta, llegan a ser un problema en la adultez, pero no solo los chicos lo padecen. Al ser mayor y sufrir de mucho estrés o un acontecimiento traumatizante te puede dejar como secuela un tic. También realizar actividades físicas intensas puede generar anomalías en los músculos, haciendo que se contraigan y relajen por ciertos períodos de tiempo.
La mayoría de los tics no necesitan ser tratados con medicamentos, solo algunas sesiones de terapia y bastante paciencia. Las modificaciones de conducta también ayudan. A veces, la mejor cura es el tiempo, ya que no suelen durar mucho.
Por Mauro Arriola (19 años)