Cargando...
Comenzó a trabajar a los 14 años en un supermercado para no ver a sus padres preocupados por pagar el colegio. Aún tiene una deuda con esa institución, por eso no pudo ir a la facultad, sin embargo, eso le sirve de motivación para esforzarse cada día.
“Sé valorar lo que tengo, porque todo lo conseguí con sacrificio”, manifiesta Manuel. Otra de las razones que lo motivó para ir a trabajar fue su hermanita menor, quien tiene capacidades diferentes, pues él deseaba que su mamá le preste más atención a ella, ya que necesita de muchos cuidados.
Mientras se dedicaba a laburar para pagar sus estudios, también realizó voluntariado en una organización llamada Navegar. “Lo que se busca con esta institución es que los jóvenes encuentren la felicidad haciendo bien al otro, teniendo siempre presente a Dios”, explica.
Trabajar como reportero gráfico o en la redacción de un diario son sueños del joven. Relata que cuando era niño recortaba imágenes de periódicos, las pegaba en un cuaderno y escribía debajo de ellas, haciendo una suerte de crónica. “Es algo espontáneo en mí, recién en el momento que comencé un curso de Periodismo me di cuenta de lo que hacía cuando era chico”, cuenta.
Expresa que lo que no le gusta del mundo de la prensa es prender la tele y de inmediato ver sangre y drama. Dice que está consciente de que no podrá cambiar por completo esa situación, pero que espera poder aportar su granito de arena para dar un giro a esa realidad.
“Mi motor de vida es mi mamá, ella me enseñó todo con hechos más que con palabras”, expresa Manuel. Además, insta a los jóvenes a que sean dedicados y que no dejen de lado el estudio ni el trabajo, ya que son esenciales para la vida. “Las cosas materiales no importan, sino la calidad de la persona y el poder hacer feliz a otro”, concluye.
Por Ayelén Díaz (18 años)