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A veces en la vida vas a tropezarte y caerte de cara al piso, pensando que el éxito es inalcanzable. Si estás parado, te van a empujar y pisar al derribarte, pero cada vez que eso pase, tenés que volver a levantarte. El éxito es elevarse una vez más de las veces que te caíste.
No por un pequeño contratiempo vas a dejar de pelear. En la vida nada es gratis, nadie te regala cosas. Lo más difícil de este mundo es vivir. Todos quieren fama, gloria y ser ganadores, pero sin sudar o romperse la espalda. La gente espera que un milagro le ayude a conseguir sus objetivos, en vez de cumplirlos por su cuenta. Si anhelás algo, luchá; si pensás que podés ser el mejor, andá y demostrale al mundo de qué estás hecho.
Normalmente, se falla más de lo que se acierta, pero cada vez que te caés tenés que levantarte. Si no tenés idea de cómo solucionar tus problemas, descansá un rato, despejá tu mente y, cuando puedas, inflá el pecho y dale la cara a tus obstáculos. La vida no te va a dejar en el camino si vos no lo permitís.
Nunca preguntes “¿por qué a mí?”. Hacerse de la víctima te vuelve débil. De los errores se aprende; hay que tener en mente los objetivos del futuro, no los fracasos del pasado. Una mente positiva ayuda a sobrevivir a los peores miedos y problemas.
Las experiencias duras nos vuelven fuertes. Un mar tranquilo no hace marineros. No le pidas a Dios una vida fácil, demandale la fuerza para llevar una difícil, porque el hombre que se levanta es aun más fuerte que el que no se ha caído.
Por Mauro Arriola (20 años)