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En las películas, un muchacho seductor roba el corazón de la protagonista y esta elige ir con él, dejando a su novio en el altar. No es tan fácil tomar una decisión así en la vida real, pues no vas a querer perder la bonita relación que tenés con tu pareja a quien tu familia adora y con la que compartiste hermosos momentos. No ves el chiste de tirar al tacho todo el tiempo que dedicaste para conquistar, conocer y comprender a ese chico que alguna vez fue tu príncipe azul.
“Somos la perfecta pareja feliz, ya estamos juntos desde hace un año”, le decías a la gente cuando hablabas de tu novio. Hasta tus amigas le tienen un gran cariño y no te van a perdonar si les decís que de repente te gusta otro. Pero justo aparece ese chico, con su encantadora voz e irresistible mirada, para ponerte en aprietos.
Podés estar unos días aguantándote, pero cuando empezás a odiar verlo con otras chicas, te das cuenta de que querés que sea tuyo y de nadie más. Entonces te llega la tentadora idea de dejar tu relación para correr a sus brazos. Aunque te gustaría estar con los dos, sabés que esto no es imposible, no lo harás porque sabés que está mal, así que es tiempo de tomar una decisión.
Lo más importante es que sepas que si estás en una situación así, es porque empezás a crecer y ya no sos una nena que se enamora fácilmente. Tenés más expectativas y la persona con quien estás de alguna forma no te llena. Pedí un tiempo, pues necesitás pensar sin tantas presiones, y así ser sincera contigo misma para no mentir a los demás.
Alejate lo posible de los dos, sean tus compañeros de clases o vecinos. Cuando al fin tengas tiempo y espacio, hacete estas preguntas: ¿en quién pensás cuando escuchás música de noche?, ¿qué te imaginás cuando ves tu novela? Si a tu novio le gusta cuando te hacés un rodete y a él cuando lucís el pelo suelto, ¿qué harías con tu cabello?; ¿lo recogerías o lo dejarías al viento?
Por Lía M. Barrios (18 años)