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El romanticismo de otros tiempos quedó en la historia, nada de bailes al estilo de los Beatles en los 60; sin embargo, sería tan lindo rememorar esa época. Hasta se podría decir que es necesario, teniendo en cuenta lo degenerado que se volvió “divertirse”. Dicen que todo lo bueno vuelve, es decir, ¡aún tenemos esperanzas!
No hace falta haber vivido en otras décadas para percatarnos lo mucho que cambiaron las fiestas, solo se requiere hacer una minientrevista a nuestros padres y abuelos. Según ellos, llegar a darse un inocente abrazo en la pista ya era la gloria, pues costaba bastante llegar a esas instancias (muy diferente a la actualidad).
Es necesario distinguir hasta qué punto se está bailando, porque resulta evidente que los perreos de artísticos no tienen nada, se basan absolutamente en estimular la sexualidad. ¿Por qué centrarse en algo tan vacío? La diversión, pasarla bien con amigos, se volvió algo secundario. El objetivo a la hora de ir a un boliche, en la mayoría de las veces, para los perros, es levantar y nada más.
En el caso de los adultos, es más comprensible que hagan en un boliche lo que se les pegue la gana, ya que supuestamente son conscientes de sus acciones. Pero en el caso de los adolescentes que van a las fiestas de 15 años, la situación se escapa de las manos de cualquiera: las chicas menean hasta lo que no tienen y los muchachitos sacan provecho de aquello.
Aún podemos salvarnos de este apocalipsis al ritmo del “hasta abajo”, volviendo a lo clásico y buscando la verdadera diversión. No esperemos a tener que dar la razón al famoso discurso “juventú era lo de antes”. Es momento de darle play al rock and roll music de los cuatro de Liverpool o a una balada de los 80. ¡Debemos salvarnos antes de que sea tarde!
Por Ayelén Díaz Chaparro (18 años)