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Pasaste un excelente fin de semana pero el domingo por la noche en tu mente aparece una especie de terror porque sabés que en pocas horas se acerca ese lunes tan deprimente, ese día en el que apenas te levantás y ya estás suplicando que termine, pero de propósito parece durar todo un siglo.
¡Quiquiriquí!, suena el gallito de alarma de tu cel y vos súper kaigue tenés que levantarte para bañarte e ir a tu cole o trabajo. Notás que en tu casa todos están todavía con los ojos semicerrados y bostezando a cada momento. Más tarde salís a la calle y como tus parientes, las personas con las que te cruzás en el barrio están soñolientas y de repente se te viene a la cabeza una película de apocalipsis zombi.
Apenas llegás al cole, notás que todos tus compañeros tienen sus rostros en la mesa, como intentando dormir y durante las primeras horas nadie dice ninguna palabra. En el laburo no es tan distinto, tus compas de trabajo tienen pegadas sus caras por el escritorio.
A las seis de la tarde, a la hora de salida del trabajo o del cole, las calles, aparte de la gente que espera los colectivos, están completamente vacías, ni una mosca se encuentra volando, al parecer también les afecta el efecto luneró. Cuando llegás a tu casa y prendés la tele, en tu canal favorito está pasando una peli de zombies, entonces dices riendo: “Esta película la filmaron en mi barrio y seguro que mis vecinos son los muertos vivientes, como todos los lunes”.
Por Aristides Arámbulo (17 años)