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Tatiana ocupa su tiempo desde temprano en el Sistema Nacional de Facilitadores Judiciales del Palacio de Justicia de Asunción. Dejó el básquet por contratiempos que le genera su prótesis en la pierna derecha, secuela del incendio del Ycuá Bolaños. Entre deberes de la facultad y el compromiso con el pilar que significa su familia, tiene un claro objetivo: buscar una justicia real y efectiva para todos, sin distinciones ni discriminación de cualquier tipo, y en pos de ello trabaja con dedicación.
“Mi mayor apoyo fueron mi familia y mi mamá del corazón (Carmen Rivarola, coordinadora de Víctimas del Ycuá Bolaños)”, señala. Posee un fuerte vínculo con sus amigos y profesores, quienes también le regalaron su voz de aliento para sobresalir. Se mantiene comunicada con quien en su momento fuera el que le salvó la vida: el suboficial mayor Édgar Bogarín, bombero de la Policía Nacional.
“En nuestro país no existe la justicia”, afirma Tatiana al ser consultada sobre el tema y comenta que nunca pensó trabajar en el Poder Judicial, pero lo que la motivó fue el estar allí adentro, ayudando a la gente a acceder a la justicia. Ella sostiene —refiriéndose a los culpables de la tragedia de aquel 1 de agosto— que “aunque estén afuera, los barrotes de su conciencia no los van a dejar libres” y ratifica que “están condenados por el pueblo”.
Desea “que la juventud se despierte, levante y exija lo que le corresponde, que vaya en busca de justicia. Asimismo, que demuestre patriotismo y que juntos podamos estirar este carro llamado país” y finaliza: “En estas fechas, expreso mi compromiso en la lucha por una justicia verdadera y efectiva, principalmente en el caso Ycuá Bolaños, para mantener la memoria viva de las 400 personas que fallecieron en la tragedia del 1 de agosto”.
Por Daniel Miranda Bareiro (18 años)