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No mezclar mango con leche, dicta uno de los mandamientos del paraguayo. Otros aseveran: si torcés el cuello y te sopla viento, te vas a quedar así; no hay que tomar tereré con remedio refrescante por la tarde; está prohibido el locro kaaru, etc.
Quizás estas suposiciones te hicieron creer tus abuelos y por qué no, también tus bisabuelos. Generalmente nuestros antepasados tenían la convicción de que si hacés esto te va a suceder aquello, ya sea porque ellos pasaron por situaciones similares (y fueron simples coincidencias) o porque desde pequeños sus padres le enseñaron a barrer bien, de lo contrario, sus novios/as serían feos/as y, ¿qué sorpresa le preparó el futuro? Un pretendiente no muy lindo (por decirlo sutilmente).
Asimismo, escuchamos algunos tabúes que se convirtieron casi en leyendas urbanas. Por ejemplo, no mezclar la carne de cerdo con bebidas alcohólicas porque hace mal. Esta más bien puede ser una excusa de aquellos bebedores que se pasan de copas. De esta forma culpan al cerdo por las consecuencias de sus debilidades.
También este dicho es prácticamente una ley: al bebé recién nacido y a la parralera hay que atarles una cinta roja para que no le echen mal de ojo. En todo caso, lo que la cinta haría es desentonar con el color de ojos del bebé y las hojas de la parra.
Aunque parezcan exagerados, otras sentencias como estas son muy populares en el interior del país: si comés de la olla, va a llover en tu casamiento; la mujer no tiene que lavarse la cabeza cuando está enferma -durante su periodo-, porque ikatu odesvaria (puede volverse loca). No te rías, es cierto.
Ahora, si estás dudando de la veracidad de estas líneas, corré y corroboralo con la abuela más cercana.
Quizás estas suposiciones te hicieron creer tus abuelos y por qué no, también tus bisabuelos. Generalmente nuestros antepasados tenían la convicción de que si hacés esto te va a suceder aquello, ya sea porque ellos pasaron por situaciones similares (y fueron simples coincidencias) o porque desde pequeños sus padres le enseñaron a barrer bien, de lo contrario, sus novios/as serían feos/as y, ¿qué sorpresa le preparó el futuro? Un pretendiente no muy lindo (por decirlo sutilmente).
Asimismo, escuchamos algunos tabúes que se convirtieron casi en leyendas urbanas. Por ejemplo, no mezclar la carne de cerdo con bebidas alcohólicas porque hace mal. Esta más bien puede ser una excusa de aquellos bebedores que se pasan de copas. De esta forma culpan al cerdo por las consecuencias de sus debilidades.
También este dicho es prácticamente una ley: al bebé recién nacido y a la parralera hay que atarles una cinta roja para que no le echen mal de ojo. En todo caso, lo que la cinta haría es desentonar con el color de ojos del bebé y las hojas de la parra.
Aunque parezcan exagerados, otras sentencias como estas son muy populares en el interior del país: si comés de la olla, va a llover en tu casamiento; la mujer no tiene que lavarse la cabeza cuando está enferma -durante su periodo-, porque ikatu odesvaria (puede volverse loca). No te rías, es cierto.
Ahora, si estás dudando de la veracidad de estas líneas, corré y corroboralo con la abuela más cercana.