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El colegio es un mundo aparte, un lugar en el que vas a estudiar y prepararte para enfrentar los desafíos de la universidad. Allí encontrás compañeros de todo tipo, cada uno es diferente y tiene algo especial. En el curso no pueden faltar el bocho, que es el alumno aplicado en todas las materias y a quien acudís en busca de auxilio, y el burro, que es lo contrario al chico nerd.
Así también, te encontrás con el compañero que no se calla nunca, habla y desespera a todos. Este sujeto casi siempre tiene problemas con el argel del curso, a quien no le gusta nada y, en vez de asociarse con el grupo, odia a todos en secreto. Tampoco puede faltar el copiador compulsivo: el individuo que posee esta característica tiene un don para “trampear” en los exámenes sin ser descubierto; aunque la profe lo ponga a su lado, él usa su “poder” para sacar el copiatín.
En un curso no puede estar ausente el jopy: es la persona que no va a gastar un guaraní ni para fotocopias; de hecho, se pasa pidiendo a todos que le inviten el recreo si les sobra. No nos olvidemos del “cepillero”: este peculiar personaje se ingenia para llevarse bien con todos los profesores. En presencia de algún docente, siempre opina en contra de sus compañeros y, aunque no es tan aplicado como el bocho, obtiene buenas notas.
También existe aquel compañero de quien los perros nunca recuerdan el nombre, por ende, posee todo tipo de apodos; algunos, un poco denigrantes y otros, más acordes a su aspecto o forma de ser. A veces, se le pone los marcantes por el parecido que tiene con algún animal o personaje de dibujos animados.
Los compas del cole, indudablemente, son unas personas que, al principio, fueron extraños, pero, luego de años de convivencia escolar, terminaron siendo tu familia. Los podés odiar o amar; tal vez no todos estén en las malas, pero siempre están bancando en las buenas y te demuestran por qué el colegio fue la mejor etapa de la vida.
Por Brian Cáceres Verón (17 años)