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Por Sandra Villalba (18 años)
Antes se consideraba “amigo” a alguien que se conocía bien y en persona. Sin embargo, en la actualidad ese concepto ha variado gracias a las redes sociales, pues estas nos permiten ampliar nuestro círculo social rápidamente y conocer a una gran cantidad de personas con hacer un simple clic. Esto tiene sus ventajas como también sus efectos colaterales negativos.
Como internet nos permite crear una imagen mejorada de nosotros mismos y proyectarla a los demás, existe el riesgo de que todo lo que nos digan sea mentira; no podemos saber si estos amigos son sinceros con nosotros o es solo un personaje que armaron. Cuando les hacemos alguna confesión, desconocemos si se ríen a carcajadas de nosotros, se quedan sorprendidos o si están concentrados en algo más; por ello, debemos tener cuidado al entablar este tipo de amistades.
Por el otro lado, a veces podemos encontrar amigos virtuales que se preocupen, nos brinden más apoyo y con quienes tengamos más cosas en común que con aquellas personas que vemos todos los días o que conocemos desde hace años. Además, cuando estás frente a la pantalla, no hay temor ni inseguridad; es mucho más fácil ser más sincero cuando no se tiene que mirar a los ojos de la otra persona, hasta podríamos mostrarnos sin inhibiciones, ya que no la conocemos personalmente.
Las nuevas formas de relacionarse por efecto del avance de la tecnología no determinan si las amistades virtuales son verdaderas o no, todo depende de las personas que se encuentren involucradas y del compromiso que tenga la una con la otra. Podríamos llegar a ser grandes amigos a través de las redes sociales, ¿quién sabe?, siempre y cuando no nos obsesionemos con este tipo de interacciones y perdamos el contacto con la vida social del mundo real.