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Diana cuenta que le apasiona la mecánica desde que tiene memoria. “Todo lo que conozco acerca de esta profesión se lo debo a mi papá; cuando era pequeña iba cada día a su taller y observaba todo lo que él hacía. Ahora, ya tengo la oportunidad de ayudarle con los trabajos”, expresa.
La joven comenta que a algunos les gustó la profesión que eligió, en cambio, a otros, no. “A mi papá le encantó la idea de que estudiara mecánica automotriz, pero a mi mamá no le agradó para nada; ella quería que siga otra carrera y cumpla su sueño de ser modelo”.
Diana decidió estudiar la citada carrera a pesar de que su mamá se negó al comienzo. “Ella pensó que esto iba a ser algo pasajero, por eso nunca me compró el uniforme, pero yo igual nomás iba al taller a ayudar y no me importaba si ensuciaba mi ropa con la grasa”, relata.
El prejuicio se hace presente en estos casos, ya que por el solo hecho de ser mujer, muchos creen que es imposible que entienda de mecánica. “Al principio, los clientes dudaban de mi capacidad porque soy una chica. Quizás, pensaban: ‘¡Qué esta me va a arreglar el auto!’, pero después de que les solucionaba el problema empezaban a mirarme con respeto”, añade.
“La mecánica no es solo para hombres, lo que falta es más igualdad de género en esta profesión”, declara Diana, para quien el respeto y la humildad son valores importantes para seguir adelante en el ámbito que uno desea crecer, tanto personal como profesionalmente.
La joven comenta que, para el año siguiente, tiene como objetivo especializarse en inyección electrónica, que consiste en arreglar el vehículo a través de un escáner, el cual facilita detectar el problema y buscar la solución. Asimismo, en el futuro desea tener su propio taller mecánico.
Por último, Diana anima a las chicas a que estudien lo que realmente quieren, sin importar lo que digan los demás. “Lo que uno necesita para llegar a la meta es tener fuerza, habilidad y picardía”, concluye.
Por Dahiana Galeano (19 años)