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El establecimiento de la Estación Central, conocido como San Francisco, data del año 1856. Fue la primera creada en el margen del Río de la Plata y propulsada por el entonces presidente de la República, don Carlos Antonio López, quien organizó las contrataciones de técnicos europeos y la compra de tecnología de punta para poner en marcha el megaproyecto en nuestro país.
El ferrocarril fue el medio de transporte más importante para el Paraguay y marcó la historia por más de un siglo. Con sus locomotoras a vapor y los vagones de madera generaba intenso movimiento tanto de pasajeros como del comercio. Contaba con 43 estaciones situadas a lo largo de las vías y que cruzaban 35 ciudades de nuestro país, lo que fue así hasta su decadencia en los años 90.
Ahora, a 150 años de su creación, la Estación Central se ha convertido en un emblemático edificio de la capital. Con su originalidad e imponente estructura de estilo neogótico francés, es un atractivo patrimonio arquitectónico digno de ser admirado. Además, desde principios del año 2000, las autoridades de Fepasa la convirtieron en un museo histórico que permite revivir el encanto de aquellos viajes en tiempos pasados.
Según el encargado del lugar, Guillermo Soria, las visitas que reciben mensualmente van de 700 a 900 personas. Comenta que el local consta de cuatro salones con objetos y muebles de valor histórico, que fueron recogidos de las diferentes estaciones situadas a lo largo de las vías; la locomotora que llegó a bordo del barco Tacuary, en noviembre de 1854 y, además, dos vagones: uno era el comedor del año 1910 y el otro fue de uso presidencial (que en estos momentos está en reparación).
No es suficiente con que Fepasa se encargue de mantener este patrimonio. Los principales planes para la reactivación del tren quedan a cargo del Poder Ejecutivo, que se mantiene en silencio hace más de 20 años. De este órgano del Gobierno depende llevar a cabo los proyectos para dar vida al medio de transporte ferroviario o dejarlo en el olvido como un museo en vías de la decadencia.
Por Ricardo González (19 años)