La drogadicción no distingue clases sociales

“Proba sí que, chera’a, no váyana ser miedoso” es una expresión que se puede escuchar tanto en un barrio marginal como en la zona vip de una discoteca. Y es que la droga no distingue estratos sociales o posición económica, abarcando desde chicos que consumen para olvidar sus problemas hasta otros que lo hacen por curiosidad. ¿Se puede evitar que tantos jóvenes sigan destruyendo sus vidas?

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Te enterás de que tu amigo consume estupefacientes y se ha vuelto adicto; entonces, tratás de convencerle de que deje de drogarse, pero no te hace caso. Sabés que solo él debe tomar la decisión de abandonar el vicio. Los motivos por los cuales un chico puede iniciarse en las drogas no son siempre los mismos: a veces es por curiosidad; otras, por presión de sus amigos o asuntos más profundos.

La exclusión es uno de los factores, porque cuando nos sentimos marginados o rechazados por nuestro entorno, es muy común recurrir a las drogas para buscar alivio; otros son el desempleo y la migración de personas al exterior para trabajar, dejando a sus familias en el país, ya que esto provoca un sentimiento de abandono en muchos jóvenes.

Según la Senad, la juventud comienza su experiencia con las drogas legales, como el alcohol y el tabaco, cada vez más temprano. Estudios señalan que alrededor del 60 % de los estudiantes del país han manifestado su consumo, y que la edad promedio de iniciación es a los 12 años en los varones y a los 13 en las chicas.

Si fuéramos toxicodependientes, sería muy difícil encontrar una salida a la adicción en nuestro país, porque los chicos que consumen en especial las drogas más duras, como el crack y el chespi, necesitan un tratamiento de rehabilitación intensivo que el Estado no puede brindar debido a los escasos centros de desintoxicación que funcionan.

Normalmente, a los jóvenes adictos en situación de calle se los encarcela un tiempo y luego se los suelta. Pero como al salir siguen en la misma condición, no tardan ni un día en regresar a la delicuencia, ya que para ellos no quedan sueños ni metas; solo les interesa su siguiente dosis. Sin duda, el consumo de drogas es un problema muy grave del Paraguay y, mientras el Estado no se ocupe seriamente del tema, gran parte del futuro del país seguirá destruyéndose.

Por Rubén Montiel (18 años)

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