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“Para que los países latinoamericanos sean algún día parecidos a las potencias mundiales, tenemos que olvidarnos de que por tener petróleo o plantaciones de soja lograremos ese objetivo; ya no basta solo con eso”, dice Oppenheimer en su libro. La prosperidad de las naciones va a depender cada vez más de sus sistemas educativos y de sus propios innovadores.
Una aplicación de celular exitosa y una cura a alguna enfermedad valen mucho más que toneladas de materia prima en pleno siglo de la innovación. “No es casualidad que muchos países petroleros y ricos en recursos naturales, como Venezuela o Nigeria, estén sumergidos en la pobreza o que la mensajería instantánea WhatsApp fue vendida a Facebook por más de 19.000 millones de dólares”, afirma el escritor.
A lo largo del libro, también se menciona sobre el mundo tecnológico que se viene, como los automóviles que se conducirán solos, los drones que repartirán pizzas o serán salvavidas y las impresoras 3D que servirán para diseñar una remera o hasta una motocicleta. En una de las páginas, incluso, cuenta el periodista sobre un empresario británico que ya está invirtiendo dinero con el fin de colonizar Marte con asentamientos humanos y construir hoteles en el espacio.
“Lo que no falta en América Latina es talento, creatividad y audacia para hacer cosas nuevas”, asegura el escritor. El gran desafío que tenemos ahora es crear una cultura que fomente la innovación y la creatividad, celebrando el éxito de los emprendedores, y lo más importante, según Oppenheimer, tolerando sus fracasos o si no, no llegaremos a ningún lado.
Por Gonzalo Recalde (19 años)