Innovando con el arpa, el instrumento de los ángeles

"Nunca imaginé que me iba a enamorar del arpa, al principio simplemente lo estudié obligado", comenta Carlos Caballero (21), intérprete y compositor de tan significativo instrumento paraguayo. Varias de sus obras, que constituyen mezclas de polcas y guaranias con otros estilos diversos, ya han sido estrenadas por él en el Conservatorio Nacional. Sueña con seguir perfeccionando su técnica con el fin de tener un estilo propio y único.

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¿Cómo empezó tu pasión por el arpa y quién fue tu primer profesor?

Mi abuelo había sido arpista de hobby. Antes de perder la vista y dejar de trabajar, usó su último sueldo para comprarse el instrumento. Mi padre me dijo que si por ahí las cosas no andaban bien, la música sería una buena herramienta para que yo salga adelante. Es así como comencé a tomar mis primeras lecciones.

¿Cómo entraste al Conservatorio Nacional?

Había ido un día para preguntar por los cursos de arpa. Me dijeron que en ese mismo momento, a ocho cuadras, se estaba formando fila para inscribirse. Esa misma tarde se hizo la audición, eligieron a 10 postulantes, de los cuales, luego eliminaron al décimo y al octavo, y yo era el noveno.

Al entrar allí, ¿notaste un gran cambio en cuanto a lo que te enseñaban?

Sí, definitivamente. Era muy extraño para mí tener que comenzar todo de cero, siendo que yo, a esa altura, me había aprendido varias obras. Me tomó unos años poder dominar todas esas canciones con la nueva técnica que me enseñaron en el conservatorio.

¿La música paraguaya es tu única influencia o sos más abierto en cuanto a los estilos?

Escucho una gran cantidad de estilos. Me gustan mucho las arpas clásicas y eléctricas, también la música celta, medieval y mediterránea.

¿Qué te gustaría lograr de ahora en adelante y cuál es tu máximo sueño?

Por ahora, intento seguir perfeccionando mi técnica y también trato de ser más conocido. A largo plazo quiero, aprovechando que estudio informática, modificar mi instrumento con el fin de que suene de una manera única e inconfundible. A la vez, sueño con ofrecer conciertos a través de animaciones y tecnología 3D. Todo mientras ejecuto mis composiciones.

Por Rubén Montiel (19 años)

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