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La más palpable muestra de cuán vulnerables somos a los estereotipos de belleza es aquella con la que pacíficamente aprendimos a convivir; los zapatos punta fina y cualquier otro accesorio chic que se ponga de moda nos dan una breve muestra de que, con tal de verse bien, la mujer aguanta lo que sea, y por ende, la ropa femenina que está a la moda siempre ha sido la más incómoda.
Preocuparnos por el aspecto no está mal, hasta podría decirse que nos caracteriza; el problema está en hacer de la estética el centro de nuestras vidas, cuando en realidad no lo merece.
Aprender a aceptarnos tal cual somos es un gran paso que debemos dar, pues la capacidad y la autenticidad no se miden con absurdos estereotipos de belleza que no hacen más que contribuir al consumismo y la alta cifra de anoréxicas en todo el mundo.