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Todos hemos pasado por períodos de tristeza. Tu cuerpo no tiene ganas de nada, tus emociones y sentimientos solo te piden una cosa: dormir. Con esto, te sentís por un momento aliviado, pero al despertar, el contraste de la tranquilidad del sueño y la dura realidad te caen como un balde de agua fría.
“No, kapé, no tengas novia en el cursillo”, es el famoso consejo que reciben los que están probando para ingresar a la facultad. No en vano los amigos se preocupan, pues nuestro estado emocional siempre influirá en el rendimiento que tengamos en las pruebas. Por eso, es importante, por sobre todo, tener el apoyo de la familia y amigos a la hora de ponerse metas como la de entrar a la universidad.
Siempre fuiste un alumno aplicado, pero ahora ya no tenés ganas de asistir a clases y se hace difícil levantarte para ir al trabajo, no porque estés cansado de tanto ejercicio que hiciste, sino porque tu cuerpo está adolorido; pues responde a tu estado emocional. Ansiedad, cansancio, dolor de cabeza, insomnio, alergia y hasta caída del cabello son algunos de los problemas que aparecen en una persona estresada.
Para estudiar, debés elegir un lugar apropiado, lejos de personas, la televisión y de tu smartphone. Prepará todas tus cosas, no te levantes a mitad del estudio para traer una regla o un lápiz. Tener un compañero de estudio puede ser una excelente idea. Por cada 45 min de lectura, tomate otros 10 para descansar y hacer algo diferente, pues tu mente necesita un momento luego de procesar tanta información.
No tomes bebidas energéticas o café porque, tarde o temprano, vas a decaer. Es mucho mejor que bebas agua y comas frutas. Si repasaste lo suficiente y te sentís preparado para el examen, lo harás bien.
Por Lía M. Barrios (19 años)