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Normalmente, si vemos que una compañera o amiga escribe en su Twitter cosas como “me siento sola”, a veces tendemos a pensar “¡qué amargada!”; sin embargo, posiblemente nos estemos olvidando de que nosotros, en algún momento, también hicimos lo mismo. En la lista de bajones que los jóvenes publicamos en internet hay de todo, desde cuestiones realmente ridículas hasta asuntos serios.
“Lo que se queda adentro se pudre”, dice un proverbio oriental; cuando estamos con problemas encima y nos deprimimos, todos necesitamos sacar afuera ese sentimiento que tenemos, contándoselo a alguien de nuestra confianza, pero si no encontramos a esa persona en ningún lado, pensamos que tal vez el Twitter o el Facebook podrían ser los lugares perfectos para desahogar todas las frustraciones que llevamos dentro y liberarnos de la carga que tenemos.
Sin embargo, estudios de la Universidad de Wisconsin en Green Bay, EE.UU., revelan que publicar nuestros problemas en las redes no es del todo sano; muchos de los que lo hacen tienden a sentir incluso mayor decepción después de descargar sus penas en las redes, debido a que, después de haberlo hecho, se genera un sentimiento de impotencia y un pensamiento de que no van a poder cambiar las cosas que los afectan.
Lo cierto es que cuando estamos con bajones y buscamos que alguien nos escuche, internet jamás podrá compararse con un amigo o un ser querido, ya que solo estas personas realmente tienen interés en escucharnos. Si bien es verdad que en las redes tenemos un montón de contactos que leerán al mismo tiempo nuestra publicación, recordemos que, para la mayoría de ellos, nuestras amarguras importan muy poco.
Por Rubén Montiel (19 años)