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¿Te reirías si te hablaran de creer en un dios llamado Zeus o en el Ápeiron, una fuerza ordenadora, verdad? En algún tiempo de la historia estos eran los "dioses" de la sociedad. Generalmente, vemos a otras religiones como algo que está mal, nos dan pena las mujeres que usan turbantes y lo más común es aborrecer las costumbres de otros países, ya que las calificamos de machistas, excéntricas y exageradas. Pero, ¿qué pasa cuando alguien critica nuestro credo?
Imaginate a miles de personas caminando kilómetros para llegar a un palacio, pensando que cuanto más sufren pasando sed y cansancio, es mejor, porque su diosa les cumplirá los deseos que piden. Hay niños que piden moneditas por todos lados, con el estómago vacío y a pesar de que la gente les dice "no tengo", una muñeca que representa a su diosa, está vestida con las telas más caras y es llevada en un trono por hombres que "se pelean" por el honor de cargarla en sus hombros.
Tal vez no todos los paraguayos vean de esta forma la peregrinación a Caacupé, ya que lo toman como algo hermoso y sagrado. Por más que de chicos la mayoría asistamos a la catequesis, donde nos guiaban por el camino de la fe, no todos salimos pensando igual. Muchos están en contra de la Iglesia, mientras que otros, simplemente, optan por usar su energía en buenas acciones en vez de malgastarla en un tour con tereré, para fingir bondad después de haberse portado mal todo el año.
Tenemos que saber que lo natural es no creer, pues todos nacemos ateos, hasta que nuestra sociedad tan tradicional y reservada nos enseña "el dogma". Sin embargo, en un país donde el 89,6 % de la población es Católica Apostólica Romana (Censo Nacional de 2002), los "normales" pasamos a ser raros. No está mal no creer en Dios, si él existe y es el Ser Supremo, se supone que es el más inteligente y comprenderá si no queremos alabar cosas de las que no tenemos pruebas.
Por Lía M. Barrios (18 años)