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Llega el momento en que terminás el colegio, tenés que decidir qué hacer con tu vida, hacia dónde querés ir y lo primero que pensás es: “¿Qué carrera voy a estudiar?”. Sentís que el tiempo corre y seguís ahogado en un mar de inseguridad; además, los nervios te atacan y no sabés qué rumbo tomar.
En ese trayecto, para la mayoría, se presentan varios casos, como la presión que los propios padres ejercen, queriendo que los hijos sigan la tradición familiar. Si tus papás se dedican a la medicina, esperarán que vos también sigas lo mismo. A eso sumale que tu mamá, pensando en tu futuro, te exige que estudies “carreras más seguras”, con las que, supuestamente, ganarás mucho dinero, entre ellas, Ingeniería, Arquitectura o Derecho.
También están los comentarios de los amigos: “¡Vos tenés pinta de profesor!”; ¡claro que no, como psicólogo yo le veo!”. Con este tipo de opiniones puede que te sientas inseguro y vuelvas a pensar: “¿Hago bien en estudiar esto?”.
Lo cierto es que, con tanta incertidumbre, puede que las ideas se te enreden y no sepas hacia dónde ir y, encima, tu entorno entra en la discusión, aconsejándote qué camino escoger. Lo único que tenés que llevar en cuenta es que si hacés algo que te gusta, nunca lo tomarás como un “trabajo”. Para ello, debés pensar en qué sos bueno y tendrás una señal acerca de la profesión que va contigo.
Solo vos podés sacarte las dudas, no te dejes influenciar por nadie. Lo más hermoso de la vida es hacer lo que a uno le gusta. Seguí el camino que querés tomar, no malgastes tu vida cumpliendo el sueño de otros y concentrate en lo que preferís.
Transformate en una persona que convierte sus sueños en realidad, porque si te satisface tu ocupación, le pondrás empeño, y vas a marcar un antes y un después. Ya no deambules preguntando a todos qué podés estudiar; seguí tus instintos, escuchá a tu yo interior y, de esa forma, encontrarás la solución perfecta a este dilema juvenil.
Por Rocío Ríos (17 años)