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En nuestro país no existe ninguna excusa que nos impida beber el delicioso tereré. Si no tenés los elementos necesarios para tomarlo, cualquier vasito de plástico sirve lo mismo que una grandiosa guampa de plata, como una botella de gaseosa cortada funciona igual que un lujoso termo forrado de cuero. La creatividad es lo que vale para que, en el día, no te falte la refrescante bebida.
Detrás de ese simple termo y guampa hay una fabulosa historia. Este mágico preparado proviene de nuestros ancestros, quienes elaboraban las infusiones como un té frío hecho a base de yerba mate, con el fin de poder refrescarse. La preparación del tereré es, hasta ahora, todo un ritual, especialmente en la aplicación de los remedios yuyos, como menta'i, taropé, cedrón Paraguay, entre otros.
“Vení, vamos a tomar tereré en la plaza mba'e”, le decís a tus amigos cuando no tenés nada que hacer. Saborear esta bebida se convierte en la excusa perfecta para salir de tu casa y, al mismo tiempo, te enseña a compartir con los demás. Si sos el menor del grupo, estás obligado a ser el cebador, y lo mejor es que te demuestran una sonrisa cuando realmente les agrada el preparado o como lo servís.
“¡Qué pucha!, todavía piko no es mi turno”, te plagueás mentalmente cuando estás compartiendo una ronda de tereré con tus compañeros. “Embohasápy, péa ndaha'ei micrófono”, dicen tus amigos cuando el que tiene la guampa no toma la bebida, puesto que comienza a contar todas sus anécdotas de fin de semana, por lo que no tenés otra opción que esperar hasta que sea tu toca.
El tereré no solo nos ayuda a compartir alegría y cultura con toda la gente, sino también brinda ingresos económicos a las grandiosas “yuyeras”, quienes trabajan desde la madrugada, machucando los remedios refrescantes para la bebida y, de esa manera, sostienen a su familia. Andá pues a comprar tu “pohã ñana” preferido y disfrutá a tu manera de la bebida más refrescante que existe para el paraguayito y la paraguayita, claro.
Por José Peralta (18 años)