El sueño de toda mujer: comer mucho y ser flaca

¿Te llegaron a comparar con Olivia, la novia de Popeye? ¿Siempre te dicen que si viene un viento fuerte te va a llevar? O que parecés una nadadora, porque no tenés nada por delante y nada por detrás. Seguro que sí. No solo a los gorditos o bajitos les ponen apodos; las flacas también son blancos perfectos para sobrenombres, como puro huesos o escarbadientes. Pero no te preocupes, ve el lado bueno de ser delgada: tenés el privilegio de ser una comilona y ¡nunca engordás!

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¿Comés mucho y no subís de peso? ¡Qué gusto! Porque, probablemente, sos una de las pocas chicas suertudas que gozan de un metabolismo acelerado. Los que te conocen te llaman “karuvai”, pero los que no, tal vez, dicen que no comés, o sos anoréxica o bulímica. Claro, para algunos no es común ver a chicas tan delgadas, excepto a modelos de alta costura en las pasarelas parisinas o de Asunción Fashion Week.

No piensen que las personas les ponen sobrenombres solo a los gorditos o bajitos, las flacas también aparecen en sus listas de apodos. Seguramente ya escuchaste de todo, por ejemplo: “¡Hey, campeona de natación!” o que debés tener cuidado de que el viento no te lleve volando y, aunque parezca absurdo, a muchos todavía les causa gracia oír este chiste tan viejo.

Cada vez que vas al médico y tus resultados salen bien, tu mamá igual nomás hace la misma pregunta de siempre: “Doctor, ¿por qué mi hija es demasiado flaca?”, e inclusive pide que te recete alguna vitamina que te haga subir de peso, ya que le preocupa tu situación.

Cuando salís con tus amigas, ellas comentan que ya hicieron de todo para bajar los kilitos que tienen de más, pero si decís que querés engordar y no podés, te retan. Quizás piensan que les estás tomando el pelo, pero no es eso. Algunas flacas se acomplejan de su cuerpo y, por ello, quieren un poco de músculo para esconder sus huesitos.

Cuando tus familiares saben que decidiste ir al gimnasio, inmediatamente te salen con la misma frase de siempre: “¡Y para qué, si sos luego delgada!”. Pero eso no tiene nada que ver con ser saludable o gozar de una buena condición física. ¿Sabés qué, flaca? ¡No te estreses! Hacé oídos sordos a los comentarios y reíte nomás de las bromas. Vos seguí disfrutando de la vida y comé todo lo que te guste; total, ¡nunca engordás!

Por Dahiana Galeano (19 años)

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