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En esta temporada de mucho calor tenés pensado ir de vacaciones a la playa y querés usar ese traje de baño que tanto te gusta, por lo que decidís bajar unos kilitos extras y estar espléndida. Aprovechás el fin de semana para decirle goodbye a las comidas chatarras, probás “por última vez” esa deliciosa hamburguesa repleta de choclo y salsa de ajo y, con un suspiro, decís: "El lunes comienzo la dieta".
Llega el día de darle la bienvenida a la zumba y las pesas, pero recordás que te va a ser imposible ir al gym, pues tenés que terminar ese trabajo práctico tan largo que tu profe dio el primer día de clases. Es ahí cuando te das cuenta que, una vez más, no solo quedó en oparei tu dieta, sino también tu promesa de entregar tus tareas a tiempo.
Cuando limpiás tu pieza y la dejás ordenadita, te entusiasmás tanto que prometés nunca más volverla a desarreglar. Sin embargo, al día siguiente, apenas llegás de la facu o el trabajo, tirás toda la ropa sucia sobre la silla, con la excusa de que estás demasiado cansada y ya no tenés ganas de nada.
“Desde hoy ya voy a ahorrar”, es otra de las mentiras que repetís cada vez que tu amiga, “la riquilla”, te muestra el iPhone 6 que sus padres le regalaron. Vos sabés que, para obtenerlo, debés dejar de gastar tu dinero en cualquier cosa; sin embargo, cuando pasás por esa tienda cargada de accesorios femeninos, no podés evitar entrar al lugar a preguntar el precio de ese zapato que tanto te gusta y terminás comprándolo.
Si vas a comenzar la dieta, no esperes a que sea lunes para hacerla y, cuando tenés un trabajo práctico, dejá de chatear por lo menos por una noche y mejor dedicate a realizar esa tarea tan larga. Vos podés bajar de peso, ahorrar y ser responsable en tu facu; solo es cuestión de ponerle mucha garra y, por sobre todo, actitud a lo que te proponés. ¡No permitas que tus promesas, una vez más, se hagan humo!
Por Valeria Candia (18 años)