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Hay varios tipos de caretas, por ejemplo, el que en los tiempos difíciles se borra y solo aparece cuando los problemas se esfumaron. Dice que es un amigo de hierro, pero nunca te brinda una mano cuando más la necesitás.
Así como existe el que únicamente se presenta en las buenas, hay otro que solo lo ves cuando él necesita algo, “prestamena un bolígrafo, plata, tu auto, etc.”, bien que si vos le pedís un mil’i para tu pasaje, jamás te va a dar.
También está el que posee más máscaras que Jason y cambia de personalidad acorde al individuo que tiene en frente. Trata de agradarle a todo el mundo, aunque ni Jesús pudo, pero él cree que sí es posible. Su mamá tampoco sabe cómo es en realidad y cuando se mira al espejo no se reconoce.
No es fácil desenmascarar a estos individuos, pues son maestros de la mentira y del disfraz. Un día son buenitos y al otro te están enterrando un cuchillo en la espalda. Prácticamente, la única forma de saber si una persona es careta o no es por la experiencia.
Los “doble cara” aparecen hasta en la sopa y si no conocés ninguno, probablemente seas vos el doble cara, o tus amigos son demasiado perfectos. Tenés que cuidarte y también a tus compinches, porque basta que solo uno de ellos sea un falso para contagiar a los demás. Antes de que te des cuenta, vas a estar rodeado de ratas. Solo te queda confiar en los demás y rezar para que tus amigos sean leales y sinceros contigo.
Por Mauro Arriola (20 años)