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Luego de que las campanas de la Basílica de San Pedro y un denso humo blanco anunciaran al mundo, y en especial a los católicos, que ya tenían un nuevo líder y sucesor de Benedicto XVI, la noticia conmovió al mundo. La elección del cardenal argentino Jorge Bergoglio, de 76 años, proclamado como Francisco, quien rompió con la dinastía de papas europeos y con un puñado de gestos simbólicos, ha dado rienda suelta a la auténtica revolución religiosa.
Uno de los primeros resultados del “efecto Francisco” es la vuelta de muchas personas a la misa, entre ellos los jóvenes, que se dejaron contagiar por el entusiasmo de Pancho –como lo llaman cariñosamente sus compatriotas–. El Sumo Pontífice, fiel a su filosofía de vida, renunció a los lujos y a la comodidad, proclamando que el verdadero poder está en el servicio. En la actualidad, resulta difícil hablar del Papa con un católico sin que a este se le dibuje una sonrisa.
El Vaticano dio a conocer que el primer y único viaje que hará el Papa durante todo el año será a Brasil, con motivo de la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que se celebrará entre el 22 y 28 de julio en Río de Janeiro y para la cual se espera la asistencia de cientos de miles de jóvenes de todo el mundo, entre ellos una importante cantidad de paraguayos que dirán ¡presente! a la máxima cita católica juvenil a nivel mundial.
La JMJ es un evento internacional organizado por la Iglesia católica que reúne a jóvenes de todo el mundo, para el cual se requiere un cuerpo preparado para la peregrinación y un corazón abierto a las maravillas que Dios tiene reservadas para cada uno. Esta jornada es presidida por el Santo Padre y se celebra cada dos o tres años, con el objetivo de incentivar la participación de los jóvenes en la Iglesia para compartir su fe en Jesús.
Por Matías Orué (18 años)