Delincuencia juvenil, un flagelo social

Aunque siempre existieron problemas relacionados con la delincuencia, ahora acentúan más y son más evidentes y preocupantes. La juventud se hace partícipe en este conflicto; cada vez mayor cantidad y a temprana edad se involucra. Es una cadena de crisis social, que se puede romper si se reestructura la escala de valores familiares y educacionales.

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Es frecuente enterarnos por los diferentes medios de comunicación; que cada día ocurren robos, atropellos, homicidios y un sin fin de atrocidades. No podemos salir, porque resulta peligroso y menos aún con zapatos deportivos, prendas de vestir, mochilas de marca, ya que nos encontramos con bandoleros por todas partes y a toda hora. En ocasiones, estos hechos delictivos son protagonizados por menores, dirigidos por un cabecilla bastante joven por cierto, que salen de zonas como Chacarita, Mundo Aparte, Varadero, para delinquir.

Esto nos da la pauta de que la delincuencia juvenil es un fenómeno alarmante, son ejemplos de nuestra penosa realidad los asaltos efectuados por drogadictos, peajeros, roba coches, caballos locos, los desenfrenos causados por el consumo de bebidas alcohólicas, que terminan en disputas desatadas entre las barras bravas de clubes, la rivalidad entre colegios que desemboca en riñas callejeras con consecuencias graves, empezando con una golpiza y terminando en un hospital o en un ataúd.

¿Cómo se inicia este fenómeno? Si buscamos llegar a la raíz del problema podríamos encontrarnos con una familia donde los jóvenes integrantes pueden verse sumidos en la pobreza, con unos padres poco capaces para sacarlos adelante; aunque también puede darse el caso de que los papás sean solventes económicamente y los hijos toman esta actitud por rebeldía, por querer escapar de la realidad, por buscar emociones diferentes, por venganza a la falta de atención, etc.

Hurgando el origen, seguido a la familia, tropezamos con la educación, algunos ni siquiera acceden a ella, otros, con conocimiento y formación ética, optan por involucrarse, es necesario enseñar y recalcar la importancia de los principios. También el gobierno no es capaz de fomentar espacios recreativos sanos y enfatizar el aprendizaje de valores en las escuelas. Y pensar que escuchamos siempre “el futuro de nuestro país está en manos de la juventud”, ¿cómo se puede lanzar esta expresión si en el presente no nos preparan?

Para englobar la serie de orígenes; está la sociedad, que literalmente “lava el cerebro”, nos presenta lo último en tecnología, moda, marcas; con el fin de crear en nosotros la necesidad de querer, tener, vestir. La fiebre consumista también desencadena este tipo de reacción en los jóvenes.

La solución a este flagelo social podría darse haciendo una revisión de la escala de valores, reestructurar la familia y el firme compromiso del gobierno con la educación. No es un proceso que pueda realizarse de la noche a la mañana, es una transformación que llevaría su tiempo y sacrificio, pero cuanto más rápido nos preocupemos en empezarla, mejor será.
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