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Desde pequeña subía al escenario del cole a bailar y demostrar sus destrezas en las diferentes actividades artísticas. Tiempo después se inclinó también hacia el rubro del teatro; por eso siguió actuación dos años en el Instituto Municipal de Asunción (IMA). Entonces, al terminar el cole, decidió viajar a la Argentina, donde surgió una nueva oportunidad: “Aparte de estudiar, dirijo una obra infantil, La aprendiz de hechicera”.
Lidiar con sus familiares tras la determinación de dejar el país fue difícil, por el hecho de que no había en la Argentina alguien que la pudiera ayudar y solo fue a probar suerte: “Viajé con una amiga sin conocer el país para tratar de ingresar a la Universidad Nacional del Arte de Buenos Aires y recibirme de actriz dramática, pero al final estudié en la Escuela de Comedia Musical, de la misma ciudad, donde hallé lo que me apasiona: bailar y actuar”.
Viviendo en un lugar totalmente distinto y lejos de los seres queridos, con el sueño apenas realizado, Yeru hizo oídos sordos y continuó remando sola: “Vendía perfumes por las calles, hacía jardinería, muchas cosas para solventarme. Mi mamá al principio me mandaba dinero, pero luego ya me las arreglaba con mis gastos”.
Afirma que en Paraguay aún existe el miedo de traspasar las fronteras y alejarse de los familiares para explorar otros lugares buscando diferentes oportunidades. No cabe duda de que tales desafíos a Yeru no le impidieron realizar lo que más le gusta: “Quiero terminar mi carrera allí en Argentina, para regresar a mi país y abrir una escuela de comedia musical y teatro de revista, ya que para eso me estoy preparando”.
Por Desirée Esquivel (18 años)