Con celular en mano, obligaciones a segundo plano

Si te considerás una persona que no puede vivir sin su celular, vas a darte cuenta de que en diversas ocasiones dejaste tareas sin concluir, cayendo irremediablemente en la tentación de revisar mensajes o notificaciones. Ya sea en la casa, el colegio o cualquier otro espacio en el que te desenvuelvas, este aparato constituye uno de los principales agentes distractores de nuestra sociedad.

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En un primer momento decidís terminar tus deberes del colegio o la facu, pero antes le echás una miradita a tu cel para contestar los mensajes que recibís, o revisar tus notificaciones en las redes sociales. Es así que, esos cinco minutos que ibas a dedicar al entretenimiento se convirtieron en horas, y retomar tu actividad inicial es muy difícil, porque la sola presencia del aparato es suficiente para que te desconcentres.

En los encuentros familiares estás tan absorto en la pantalla que ni siquiera te das por enterado de los comentarios que te hicieron, respondiendo a los cuestionamientos de los demás con simples cabeceos y palabras poco convincentes. Es común también que te desveles hasta altas horas de la noche con el celular, rompiendo, de esta manera, el compromiso que hiciste de descansar temprano para reparar tus energías.

Es evidente que, en lugar de manejar nuestro móvil, es este el que nos manipula, volviéndonos totalmente dependientes de él. Así pues, a pesar de todas las utilidades que nos ofrece este aparato tecnológico, es necesario que establezcamos límites en su uso diario, a fin de no desatender aquellas acciones que nos propusimos en un determinado momento.

Por Viviana Cáceres (18 años)

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