Con cara de argel también se puede ser feliz

“¿Por qué lo que sos tan serio?”, “¿vos no te reís luego nunca?”, es lo que nos dicen a las personas que casi no demostramos algún tipo de expresión alegre en el rostro. Suelen creer que siempre estamos enojados con la vida u odiamos al resto de la humanidad, pero no es así, lo más probable es que nuestros músculos faciales, simplemente, se nieguen a expresar un poco de felicidad.

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Muchas personas suelen vivir su día a día sonriendo al mundo entero, esparciendo alegría por donde sea que vayan. Pero como dice la canción de Pink Floyd, también existe el lado oscuro de la luna y en ese lugar tenebroso nos encontramos quienes, comúnmente, tenemos la mirada seria y, según los demás, parece que siempre estamos “argeles”.

“¿Te pasa algo o estás enojado?”, suelen preguntarnos las personas que todavía no nos conocen bien y no saben que, la mayoría del tiempo, nuestro rostro se niega a colaborar para demostrar algo de felicidad. Además, no hace falta estar sonriendo todo el día ni tampoco es necesario repartir tarjetas de bendiciones para demostrar que estás feliz.

Cuando algún amigo nos pide tomarnos una foto, lo más común es que no sonríamos, pero si lo hacemos, es porque nos insistió demasiado para que esbocemos una falsa sonrisa que desaparece al apagarse el flash. Otro problema es que las personas, al conocernos recién, no están seguras de iniciar una conversación con nosotros y suelen pensar que no estamos interesados en dialogar con ellas, pero no es así.

Solo los verdaderos amigos y familiares saben de verdad cuándo estamos enojados y no queremos saber nada de nadie, pero, para ellos, ya es normal que nuestra cara de “argel” esté ahí todo el tiempo. Esta actitud, habitualmente, suele parecer como algo negativo, pero también trae consigo cosas para rescatar, como que las personas no te molestan cuando estás solo, porque ya saben que disfrutás de estar sin compañía de vez en cuando.

El secreto de la felicidad no es estar sonriendo siempre 24/7 a todo el mundo. Quienes en serio te conocen, saben que podés ser una persona divertida, capaz de disfrutar la vida sin tener que estar repartiendo permanentemente sonrisas a los demás.

Por Gonzalo Recalde (19 años)

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