Cargando...
Cuando llega la tarde, las paradas de ómnibus están llenas de gentes y por consiguiente los colectivos también, todos dejan sus trabajos o salen del colegio y regresan a sus casas.
Te describo una situación que seguro alguna vez habrás experimentado: Se sube una mujer de edad avanzada al colectivo, lleva consigo unos bolsos, no hay ningún asiento libre y encima de todo los que están sentados son hombres. ¿No te preocupa para nada lo que pasa? O ¿le das tu lugar?
Somos jóvenes y en algunos casos nos hacemos de los desentendidos ante las pequeñeces que ocurren a nuestro alrededor, sin pensar que en el futuro nosotros estaremos en ese lugar y quizá pasemos por el mismo caso.
Pero esta no es la única situación no olvidemos que en la calles son muy escasos los conductores que frenan antes de una franja peatonal para ceder el paso; las personas que saludan al pasar por tu vereda o los compañeros que te ayudan a cargar tu decena de libros al salir del colegio.
Algunos varones confunden la caballerosidad con técnicas para conquistar o llamar la atención de una chica dejándola de lado muy a menudo sin darse cuenta que en realidad lo que pierden es su amabilidad.
Las chicas creen que ser una dama es sólo ser distinguida y refinada sin saber que esta palabra tiene sus raíces en las mujeres que antiguamente servían a la reina.
Tal parece que los conceptos de estas palabras se están degradando y también se degradan los principios y la educación, que son los que marcan las pautas de nuestra vida.
Si pensáramos en que por el solo hecho de ser mujeres y hombres seamos también damas y caballeros existiría más amabilidad entre nosotros.
Supuestamente vivimos en un país que es reconocido por la cordialidad, que parece que sólo se demuestra a los extranjeros o ¿en realidad son puras patrañas?
Haber si abrimos un poquito más los ojos a los pequeños detalles y pensamos dos veces antes de ignorar estos gestos.
Entonces, la próxima vez que veas que alguien mayor que vos sube al colectivo, no titubeés en levantarte y cederle tu asiento. Ayuda a recuperar la cordialidad que tanta falta nos hace.
Te describo una situación que seguro alguna vez habrás experimentado: Se sube una mujer de edad avanzada al colectivo, lleva consigo unos bolsos, no hay ningún asiento libre y encima de todo los que están sentados son hombres. ¿No te preocupa para nada lo que pasa? O ¿le das tu lugar?
Somos jóvenes y en algunos casos nos hacemos de los desentendidos ante las pequeñeces que ocurren a nuestro alrededor, sin pensar que en el futuro nosotros estaremos en ese lugar y quizá pasemos por el mismo caso.
Pero esta no es la única situación no olvidemos que en la calles son muy escasos los conductores que frenan antes de una franja peatonal para ceder el paso; las personas que saludan al pasar por tu vereda o los compañeros que te ayudan a cargar tu decena de libros al salir del colegio.
Algunos varones confunden la caballerosidad con técnicas para conquistar o llamar la atención de una chica dejándola de lado muy a menudo sin darse cuenta que en realidad lo que pierden es su amabilidad.
Las chicas creen que ser una dama es sólo ser distinguida y refinada sin saber que esta palabra tiene sus raíces en las mujeres que antiguamente servían a la reina.
Tal parece que los conceptos de estas palabras se están degradando y también se degradan los principios y la educación, que son los que marcan las pautas de nuestra vida.
Si pensáramos en que por el solo hecho de ser mujeres y hombres seamos también damas y caballeros existiría más amabilidad entre nosotros.
Supuestamente vivimos en un país que es reconocido por la cordialidad, que parece que sólo se demuestra a los extranjeros o ¿en realidad son puras patrañas?
Haber si abrimos un poquito más los ojos a los pequeños detalles y pensamos dos veces antes de ignorar estos gestos.
Entonces, la próxima vez que veas que alguien mayor que vos sube al colectivo, no titubeés en levantarte y cederle tu asiento. Ayuda a recuperar la cordialidad que tanta falta nos hace.