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Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes:
“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor”.
Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez:
“Platero es pequeño, peludo y suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos”.
Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez:
“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”.
Yo el supremo, de Augusto Roa Bastos:
“Yo el Supremo Dictador de la República: Ordeno que al acaecer mi muerte...”.
El amor en los tiempos del cólera, Gabriel García Márquez:
“Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados”.
La metamorfosis, de Franz Kafka:
“Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, encontrose en su cama convertido en un monstruoso insecto”.