Zsa Zsa Gabor y sus escándalos

La actriz Zsa Zsa Gabor, quien falleció el domingo pasado en Los Ángeles (EE. UU.) a los 99 años, fue una de las primeras artistas en ganarse el mote de “celebridad”, tras haber saltado a la fama por sus películas, pero, sobre todo, por sus escándalos y sus nueve maridos.

/pf/resources/images/abc-placeholder.png?d=2056

Cargando...

El rey del cine mudo Charles Chaplin, el magnate hotelero Conrad Hilton, el actor George Sanders o el playboy dominicano Porfirio Rubirosa fueron algunos de los hombres con los que mantuvo apasionados idilios, o breves y tormentosos matrimonios. Sus escándalos no se limitaron a sus aventuras amorosas.

Dieron que hablar también sus peleas en público —llegó a las manos con la actriz Shelley Winters— o sus enfrentamientos con las autoridades, como cuando en 1968 abofeteó a un policía que acudió a detenerla al aeropuerto de Palma de Mallorca (España) por haberse marchado sin pagar de un hotel.

Firme creyente de la escuela del “mejor que se hable de ti, aunque sea mal”, fue una invitada frecuente de los programas de humor y cotilleos en televisión, dispuesta a autoparodiarse sin piedad.

Hay quien habla de Gabor y sus hermanas (Magda y Eva) como las pioneras del “papel cuché”, antes de la llegada de las Hilton o las Kardashian, ya que, según describía el periodista Merv Griffin en su autobiografía, “irrumpieron en las páginas de sociedad y columnas de cotilleos, tan de repente y con tanta fuerza, que parecían haber caído directamente del cielo”.

En los últimos años, sin embargo, fueron sus problemas de salud los que la llevaron de nuevo a las primeras páginas. En el 2002 sufrió un accidente de tráfico que la postró para el resto de sus días en una silla de ruedas y en el 2005 una apoplejía. Desde entonces, sus ingresos en hospitales debido a sus problemas de salud fueron constantes. Se fracturó la cadera izquierda en julio de 2010 y, meses después, en el 2011 le tuvieron que amputar la pierna derecha por una infección que llegó a poner en riesgo su vida. Nunca volvió a hablar con los medios de comunicación, y cuando tenía algo que transmitir lo hacía a través de boca de su último marido, el príncipe alemán Frederick von Anhalt. Nacida en 1917, en Budapest, como Sari Gabor, compitió cuando tenía 16 años por el título de Miss Hungría. Poco después se casó con el primero de su largo elenco de maridos: el diplomático turco Burham Asaf.

En 1941 viajó a los EE. UU. para asistir a la boda de su hermana Eva, en Los Ángeles, donde vivió un corto romance con Chaplin y se divorció de Asaf. Poco después conoció a Conrad Hilton, su segundo esposo, con el que tuvo una hija, Francesca. Su tercer matrimonio llegó en 1949, con el actor George Sanders. Tras esa boda comenzó su carrera cinematográfica, que le llevó a rodar películas como Moulin Rouge (1952), de John Houston, en la que interpretaba a una modelo del pintor Toulouse Lautrec. Lili (1953), La Chica del Kremlin (1957) o Touch of Evil (1958) fueron algunos de sus éxitos de taquilla. Mientras tanto, continuaban sus amoríos con nombres como el multimillonario Howard Hughes, el actor y cantante Frank Sinatra, el depuesto rey Faruk de Egipto o, incluso, el presidente de los EE. UU., John Kennedy, al tiempo que aumentaban sus colecciones de diamantes y automóviles.

Sonado fue también su tormentoso romance con Porfirio Rubirosa. En 1964 contrajo matrimonio con el financiero Herbert Hunter, al que seguiría dos años más tarde el magnate del petróleo Joshua Cosden y, en 1975, Jack Ryan, creador de la muñeca “Barbie”. Luego, con su abogado, Michael O'Hara. En 1983 tendría lugar su matrimonio más fugaz, con el mexicano Felipe de Alba, una semana. Su matrimonio más duradero fue el último, con el misterioso von Anhalt, del que se rumoreaba que había estado al menos 15 veces a disposición judicial; contrajeron matrimonio en 1986 y siguieron casados hasta la muerte de la actriz.

Entre sus problemas con la justicia, en 1989 abofeteó a un policía que le había dado el alto por exceso de velocidad en las afueras de Los Ángeles; conducía con el permiso vencido y llevaba una botella de whisky abierta, fue condenada a tres días de prisión y 120 h de trabajo comunitario. Mordaz y siempre dispuesta a burlarse de sí misma, suyas son frases como: “Querido, estos son solo mis diamantes de trabajo” o “nunca he odiado a un hombre lo suficiente como para devolverle sus joyas”.

Texto y foto Agencia EFE

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...