Vocación y gestión

El filósofo alemán Jürgen Habermas, entre sus muchos estudios acerca de la cultura, indicó que esta es el caudal de saberes que adquieren las personas para tener un mejor conocimiento del mundo. El adagio es aplicable a la percepción social y actividades de nuestra entrevistada.

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Graciela Bartolozzi (50) inició sus estudios de piano en la Escuela Normal de Música, del maestro Remberto Giménez, culminándolos en la Academia de Arte W. A. Mozart, con la maestra Luisa Gehrer de Bartolozzi. También se formó en viola y arpa paraguaya, abrazando exitosamente todas las disciplinas musicales. Paralelamente, tomó clases de ballet, danza paraguaya y americana, además de declamación e italiano, con destacados profesores.

Esta exquisita formación y oportunidad de acceder al mundo del arte, lejos de ubicarla en un sitial superior respecto a los demás, sensibilizó su perspectiva sobre las realidades culturales. Su dilatada trayectoria en escenarios de todo el mundo, siempre en contacto con los mejores maestros y colegas, le valió innumerables reconocimientos.

Durante su periodo al frente de la Secretaría Nacional de Cultura (SNC) y del Fondo Nacional de Cultura y las Artes (Fondec) propició varios proyectos que siguen vigentes.

Con férrea convicción, continúa acercando propuestas a todo el país, junto con algunos compañeros. Actualmente, está puliendo los detalles para el lanzamiento de su primer material, con composiciones propias.

¿Cómo surgió el proyecto Descentralización cultural y en qué consiste? La cultura es clave para el desarrollo social y económico del país; por ello, las acciones deben fortalecerla desde la descentralización, alcanzando todos los estratos. Priorizarla constituye mucho más que un lujo; es un factor tangible para el desarrollo y la equidad social. El proyecto surge, junto con el Instituto Paraguayo de Estudios Culturales, como iniciativa de un grupo de artistas decididos a sacarlo adelante, transportando cultura a ciudades del interior, reuniendo jóvenes para acercarles información, con el fin de lograr una comprensión de asuntos inherentes a ella, como vía para el desarrollo. En ese marco ofrecemos conciertos de guitarra clásica, piano, canto popular y artes visuales. Las involucradas somos la concertista y docente de guitarra Tania Ramos, la cantautora Marcela Lezcano, en artes visuales está Mónica Ismael y, por mi parte, coordino el desarrollo de temas culturales y del piano.

¿Qué ciudades visitaron, y cómo manejan la logística y los recursos? La primera fue en Villeta, donde estamos preparando una tercera jornada, dada la gran expectativa generada. En el cronograma figuran también Pedro Juan Caballero, Caaguazú, Santa Rita, Ciudad del Este, entre otras localidades. En cada una plantearemos acciones acordes a la realidad imperante. No hay un modelo fijo; debemos adecuarnos a la situación. Para ello, compartimos con las comunidades conociendo y comprendiendo sus necesidades. Los recursos son propios y no contamos con ninguna ayuda. La mayoría de las ciudades carece de las condiciones básicas para los encuentros. Con la colaboración de las parroquias –que nos ceden un espacio y llevando todo lo necesario, como instrumentos, sonido y pantallas– los realizamos.

Contanos acerca de tu trabajo como compositora. En los 90, al integrar el primer grupo de compositores de Asunción, encabezado por los maestros Luis Szarán y José Luis Miranda, en el Centro Cultural Paraguayo Americano, me inicié en la composición, con una serie denominada Ensayos OP1. A esto le siguieron Amanecer, obra para orquesta; Llanto Seco, ballet moderno estrenado en el Teatro Municipal de Asunción, además de otras obras que quedaron en el tiempo. Hoy retomo eso al crear mi nueva obra llamada Claroscuro (que sirve de nombre al disco, cuyo lanzamiento será a fin de año), pieza descriptiva y simbólica que refleja la lucha entre la luz y la oscuridad. También estoy terminando Génesis.

¿Preferís gestionar programas culturales o dedicarte a la música? Ambas actividades conjugan muy bien; una apuntala a la otra. La gestión cultural es una convicción, representa lo necesario y urgente para el país, desde el lugar que nos corresponda. Todos somos importantes, pero solo si hacemos bien el trabajo, lograremos resultados. Me es imposible mirar y no hacer nada por la cultura; es lo que amo y aprendí esto con mi familia. La música, simplemente, es el aire que respiro.

Habiendo sido secretaria de Cultura, ¿cómo ves la situación de ese campo en el país?, ¿qué se puede mejorar y cómo? La nación que no trabaja sus industrias culturales consume lo foráneo, debilitando su identidad, perdiendo oportunidad de generar riquezas y empleos. El gran desafío es capitalizar nuestra diversidad cultural como motor de la sostenibilidad, basada en el desarrollo a través de objetivos claros, como también analizar los cambios producidos en el mundo y entender que la cultura debe ser prioridad en las políticas estatales. Imagínense un mundo sin música, ni danza ni artes creativas; todas ellas hablan de lo que somos. La cultura nos da sentido de pertenencia y cohesión social en momentos de cambios a los que estamos sujetos siempre.

¿A qué te dedicás actualmente? Soy regente del Conservatorio Nacional de Música, docente y, también, formo parte de la Compañía de Ópera de la Universidad del Norte, en la cual preparamos el estreno de la ópera Fausto, de Gounod, en julio.

Es de reconocer la fuerza de la cultura como pulmón del desarrollo, y que con trabajo, honestidad, idoneidad y pasión es posible ejecutar proyectos de gran alcance, logrando no solo su descentralización, sino su democratización.

Compositores en los últimos años

Gloriosos exponentes, como el guitarrista clásico y compositor Agustín Pío Barrios, elevan el quehacer artístico de los compatriotas en el mundo. Actualmente, una nueva generación de autores y músicos, empapada en las corrientes contemporáneas, despliega un amplio caudal creativo. El maestro Diego Sánchez Haase estrenó sinfonías, conciertos y obras sueltas, como El luisón del Ybyturuzú y la pieza atonal para piano Gua´i al revés. La única ópera nacional, Juana de Lara, de carácter posromántico nacionalista es del maestro Florentín Giménez. El encarnaceno Daniel Luzko compuso el ballet Madame Lynch, estrenado antes de los festejos del Bicentenario. Estos son solo algunos exponentes que, con sus creaciones, reescriben un acervo para todo el país.

Graciela Bartolozzi

Inmersa en la composición de obras musicales y la gestión de proyectos integrales, esta sensible y comprometida artista del piano aúna esfuerzos para revalorar y potenciar la identidad cultural del país.

carlos.canete@abc.com.py

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