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“Categórico: la sexualidad tiene una fuerte incidencia en la vida diaria de las personas”, dice el Dr. Óscar Sapena, sexólogo clínico. Es un apasionado en su materia. Sus palabras tienen fuerza de cátedra y todo lo ve desde el punto de vista profesional. Su hijo, con quien comparte la misma vocación, lo observa atentamente. Sonríe. En un momento interrumpe a su padre y dice: “Todos los días aprendo más de papá; trabajar a su lado es todo un desafío, y me gusta”. El doctor se siente emocionado y lo demuestra en las palmadas de afecto que le da a su hijo. Los une la sangre, el apellido y el trabajo. Óscar Sapena Pastor es el tercero de cuatro herederos. Eligió la misma actividad de su progenitor porque se enamoró poco a poco de ella mientras crecía. De pequeño observaba a su padre atender consultas y charlar con sus colegas. Cuando terminó el colegio, su decisión fue sin titubeos ni presiones. Aunque se inclinó por la psicología, se especializó en la citada rama. Esa resolución alegró al doctor Sapena y juntos continuaron el camino que ya había comenzado, sorteando obstáculos y festejando victorias. El Día del Padre se acerca y ellos, como muchos, lo celebrarán más unidos.
¿Cómo es la relación de padre (P) e hijo (H)? H: Tenemos dos relaciones: una laboral y otra familiar. Para mí, sigue siendo una experiencia sumamente interesante trabajar con papá. Aprendo muchísimo. Pasamos por momentos difíciles porque somos distintos y con una gran diferencia de edad. Entonces, en algunos proyectos él me puede acompañar y en otros yo a él. Cada día voy disfrutando más del tiempo que compartimos, voy madurando, voy creciendo.
P: A todo lo que ha dicho Óscar, quiero agregar que esta es una situación muy compleja por dos razones: por nuestras diferencias innatas como seres humanos y por el trabajo que desempeñamos dentro del ámbito sexual. A pesar de todo ello, somos muy unidos.
¿Por qué decidió seguir los pasos de su padre? H: Realmente lo que a mí me interesó siempre era lo que hacía mi viejo, como le decimos con cariño. Lo que recuerdo de mi niñez es que él estaba muy relacionado con mucha gente. Yo no entendía si eran estudiantes o colegas. Siempre estuvo en función de trabajar con la gente. Me gustó desde pequeño ese medio familiar, científico y laboral. Lo primero que me vino a la cabeza es
hacer lo mismo que él, y me alentó. Nunca me exigió estudiar esto o aquello, jamás me presionó. Siempre tuve su apoyo incondicional, y eso me conmueve.
P: Ha sido un apoyo incondicional. Y no te hablo solamente del punto de vista de su carrera. En todo lo que él planteaba siempre lo conversábamos –siempre lo conversamos– y lo apoyé. Lo nuestro es una relación fructífera y positiva. Nosotros nunca pensamos en esto, se dio de forma totalmente natural. Y estoy orgulloso y contento de que así haya sido.
H: Quiero subrayar nuevamente que no hubo ninguna imposición. Esta es mi vocación. Papá siempre me dijo que me dedique a lo que me guste; no importa que fuese simple, sencillo o complejo, pero que lo haga bien.
¿Cómo fue el primer año de trabajo? H: Comencé desde abajo, atendiendo el teléfono, siendo aún estudiante secundario. Toda la atención en salud sexual y mental comienza desde el primer llamado de una persona. Y esa fue la primera cátedra que me dio papá. Después fui ascendido a recepcionista, ya en tiempos de la universidad. Así comencé a tener contacto más directo con la gente, a entender lo que es un paciente en esta disciplina, o sea a entender su mente. Con el tiempo empecé a entrevistar a los que acudían al consultorio, hasta que logré sostener toda la profesión. Comencé a los 15 o 16 años desde abajo y recorrí todo el camino.
P: Imaginate lo complejo que es trabajar en sexualidad humana. Hay un detalle que no lo tiene otro profesional ni otra clínica: la privacidad. Nosotros no tenemos secretaria. El teléfono tiene que ser atendido por un doctor de la clínica. Si lo atiende otra persona, el paciente cuelga porque piensa que van a divulgar su problema. Tiene miedo del chisme.
¿Cuál es la situación de la sexología en el país? H: Es muy próspera. Nosotros vemos que la sociedad está necesitando mucha información y formación, como los profesionales. Siempre estamos trabajando con el objetivo de cubrir esas carencias, pero algunas veces no damos abasto. Todo el país pide crear un espacio en el que podamos conversar sobre sexualidad. Los paraguayos están abiertos a encontrar ese lugar. La sexología paraguaya está muy promovida a nivel mundial, pero hay mucho aún por hacer.
P: Existe un factor en la ciudadanía que está muy desarrollado: la aceptación terapéutica. La sociedad se da cuenta de que hay problemas de sexualidad por el estrés que existe. Las personas llaman, acuden y se tratan. Eso no existía antes; ahora sí se da esa apertura.
¿Cuáles son los problemas más consultados? P: Los problemas de erección, eyaculación –como la falta de control y la incompetencia–. El problema del orgasmo femenino es uno de los grandes temas de la parte clínica. También lo que se conoce como el matrimonio no consumado, que se trata de una contractura que sufre la mujer en la zona vaginal conocida como vaginismo, que impide la penetración y muchas veces va acompañado de mucho dolor.
H: Lo que hoy también vemos es que la sexualidad es motivo de dificultades dentro del relacionamiento de la pareja. Y evaluando el comportamiento de la persona encontramos otros inconvenientes como depresiones y problemas en el estado afectivo. Entonces vamos cubriendo todas las incompatibilidades de la pareja. No solo lo que se remite a la genitalidad, sino todo lo que rodea a la sexualidad de la pareja como la convivencia, la rutina que se suele instalar y los problemas que esto acarrea.
P: Quiero resaltar que las incompatibilidades sexuales, en algunos casos, tienen origen en incompatibilidades matrimoniales y no al revés.
¿Qué significa la sexología en sus vidas? H: Significa todo. Yo me siento terapeuta sexual en todo momento. Es muy difícil muchas veces desconectarte del mundo laboral. Representa mucho en mi vida ser un sexólogo, en el sentido de dar respuestas a las demandas de las personas que son muy fuertes, muy intensas. Es que los pacientes que llegan junto a nosotros tienen angustia, desorientación e incertidumbre, y son las peores sensaciones que una persona puede sentir. Es una profesión muy comprometida.
P: Esta es una profesión muy compleja y de mucha responsabilidad. Pero, por sobre todo, es una pasión.
Los Sapena se declaran sin club; no obstante, son amantes del deporte. Suelen salir juntos a correr, a despejar la mente. La lectura es otra pasión para este dúo. Al doctor le fascinan los textos referentes a su profesión, mientras que su hijo está escribiendo un libro sobre el ámbito que les rodea.
Sociedad paraguaya
Según los sexólogos, la cultura de la población con respecto a la sexualidad va cambiando poco a poco en nuestro país. “Antes, hablar de un divorcio era todo un tabú, hoy ya no. Pero falta mejorar en otros aspectos, como la aceptación de la homosexualidad. En una pareja si el hijo presenta ese caso, el hombre se aleja y la madre queda como una única contención. En este punto se necesita cambiar”, expresa el Dr. Sapena. Su hijo, por su parte, rescata la importancia de la presencia del padre en una familia. “La sociedad paraguaya está cambiando, se está abriendo cada vez más. La presencia del padre es muy importante en la formación psicológica de la persona. Y los hijos demandan apoyo y amor de los padres. El papá debe apoyar sea cual fuere la decisión de su hijo dentro de lo que es su desarrollo sexual”, sostiene.
Texto jose.riquelme@abc.com.py