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Vive en las inmediaciones de Areguá, ya que la naturaleza de la ciudad, su ritmo pausado y el entorno sociocultural que posee la conquistaron. Creció entre Montevideo, Mar del Plata y Asunción. Leticia Meyer (43) regresó al país después de 14 años; 13 en Barcelona y uno viajando en familia por Sudamérica. Durante aquel año, entre otros voluntariados y paradas turísticas que realizó, estuvo como voluntaria en una escuela rural en Itapúa. Fue así como Paraguay y la realidad de su gente la conmovieron, y decidió finalizar su viaje aquí.
Ella reivindica la libertad de dar a luz y “maternar” con responsabilidad y conciencia. Está casada con Stéphane y tienen tres hijos: Mélodie (7), Ney (5) y Sol (5 meses). Los dos mayores nacieron en Barcelona, en la intimidad de su hogar, en partos asistidos de forma humana y respetuosa. Con su niña menor, que nació prematura, tuvo una valiosa experiencia a través del método Mamá Canguro, técnica que consiste en portar al bebé piel con piel durante las 24 horas del día. “Mi esposo y yo nos turnamos día y noche durante tres semanas, y así nuestra pequeña pasó de subir un promedio de ocho gramos a treinta gramos al día”, señala.
Su meta es educar a las mujeres gestantes para que recuperen su autonomía sobre la manera en que quieren dar a luz.
¿Cómo te iniciaste en la rama de la educación perinatal? Empecé en el acompañamiento a grupos de mujeres como voluntaria en 1991, y desde entonces he seguido trabajando en temas relacionados con la salud sexual y reproductiva, la naturaleza cíclica de la mujer y en el acompañamiento al embarazo, el parto y el posparto. Estando embarazada de mi primera hija, asistí a un grupo de apoyo entre madres, en aquel entonces, el único en toda Barcelona. Fueron tantos los beneficios que este grupo trajo a mi vida, y a la de mi bebé, que decidí replicar esa experiencia en otra zona de la ciudad. Así nació Alma Mater, un grupo de apoyo entre madres en un lugar de la ciudad donde confluyen cinco barrios densamente poblados y con una fuerte migración. Las madres, sin excepción, cualquiera que fuera su procedencia, encontraban en este espacio una oportunidad para compartir información, aprender, escuchar y ser escuchadas, intercambiar experiencias y confiar sus miedos. Por ello, quise traer a Paraguay esta nueva propuesta de trabajo con embarazadas y mamás.
¿Tus padres influyeron para que te adentraras en esta actividad? Mi mamá siempre contó que su ginecoobstetra fue una mujer que le transmitió mucha confianza, seguridad y fuerza. Esta doctora puso a su disposición un espejo para que pudiera ver todo el proceso de dilatación, parto y nacimiento. Mi esposo, Stéphane, acompañó los nacimientos de nuestros hijos. Durante los trabajos de parto, su respiración acompañó la mía, sus ojos limpios no se apartaron de los míos y sus manos valientes apartaron el miedo.
¿Te satisface la tarea de ayudar a las embarazadas? La riqueza del camino compartido me hace muy feliz, me sucede cada vez que puedo acompañar a otras mujeres a gestionar sus emociones, a administrar la información que nos llega, navegar entre las creencias, los tópicos, los miedos heredados, los modelos internalizados, las opiniones propias y adoptadas.
¿Sentís que las madres depositan toda su confianza en vos? En realidad busco que depositen su confianza en ellas mismas, en su intuición, en su capacidad de dar a luz y, una vez nacido su bebé, en lo que les dicta su interior y su corazón, y no lo que dicen y piensan los de afuera, que muchas veces trae solo ruido, alarma y confusión.
¿Es una gran responsabilidad trabajar con mujeres gestantes? Es una responsabilidad grande y una maravillosa oportunidad para concienciar sobre los derechos que tenemos a decidir la manera en la que queremos dar a luz, el lugar, el acompañante, la postura a adoptar, a que no nos separen de nuestro bebé, a que no le den a nuestro bebé leche artificial sin nuestro consentimiento.
¿Aún muchas embarazadas no se animan a acudir a los cursos dedicados para ellas? ¿Posee un costo elevado? El costo es menor que una clase de gimnasia para embarazadas. Muchas veces, el problema es una cuestión de tiempo, porque actualmente las mujeres poseen muchas responsabilidades.
¿Cuál es tu rol en Nueve Lunas? Coordino y facilito los encuentros grupales, en pareja e individuales. Este espacio presenta una propuesta innovadora porque, a diferencia de una clase de gimnasia, una preparación al parto o una charla magistral, este es un lugar integral de acompañamiento, acogida e intercambio, en el que las embarazadas y mamás con bebés se encuentran en un mismo espacio para conocerse, informarse, intercambiar conocimientos y experiencias en relación con el momento que están viviendo. Por ejemplo, la mamá que participó estando embarazada se reincorpora al grupo después del parto. Así todo el grupo se beneficia, porque la nueva mamá puede relatar su experiencia vivida y las gestantes pueden escuchar, preguntar y asistir semana a semana en la evolución de esa nueva conexión de mamá-bebé.
¿Qué descubrís en las madres en cada curso que brindás? Muchas embarazadas intuyen que las cosas pueden hacerse de otro modo. Advierten que, en contra de la norma, el eje de la asistencia y los protagonistas de su parto y nacimiento deberían ser ella y el bebé. Muchas futuras mamás vienen en busca de formas agradables de afrontar el dolor: darse un baño, recibir masajes, dilatar encima de las pelotas de goma, entre otras técnicas.
¿Qué hacés ante las inseguridades o temores que generalmente presentan las madres primerizas? Exploro los miedos e inseguridades de la mamá para poder transformarlos en confianza y seguridad en ella misma, brindando la oportunidad de compartir un espacio cálido y seguro, en el que podrá relajarse, sentirse escuchada sin juicios y expresar sin tabús todo lo que siente y piensa.
¿Qué consejos brindás a las embarazadas? Que se informen, pregunten, indaguen sobre las opciones que existen y que exijan aquella que se ajusta mejor a ellas para su propio parto. En Europa, por ejemplo, no se hace el rasurado ni rotura de bolsa y los tactos se reducen al mínimo. Las madres disfrutan de la libertad de movimientos durante la dilatación, no se administra oxitocina sintética para acelerar el parto, a menos que sea imprescindible, ya que esto hace que sea más doloroso para la madre y más riesgoso para el bebé. Hay, por tanto, menos episiotomías y anestesia epidural.
Leticia busca compartir su experiencia con todas las mujeres que quieran encontrar información actualizada, que deseen conocer otras prácticas o que simplemente quieran recuperar para sí el protagonismo del parto.
Estudios
Leticia, además de su licenciatura y masterado, se formó en Barcelona y San Pablo como educadora perinatal y actualmente se encuentra terminando su formación como doula (mujer que acompaña y da apoyo a otra mujer antes, durante y después del parto). Además cursa una especialización en Intervención con Grupos desde la perspectiva de la psicoterapia corporal integrada (PC). Ella acompañó a mujeres gestantes a domicilio en Areguá y Asunción. Además coordina grupos de embarazo y maternidad en el Hospital Materno-Infantil San Pablo y en Cuerpo-Sano, de Natalia Sapena. Imparte también talleres sobre la naturaleza cíclica de la mujer para comprender nuestras fases, vivirlas mejor y aprovechar las energías creativas inherentes a cada una de ellas. Esta metodología de trabajo ha cobrado impulso en los últimos años en Europa, EE.UU., India y Brasil después de que la OMS y Unicef hayan reconocido los beneficios del sostén emocional y de la red de apoyo en la reducción de la depresión posparto, el aumento de la capacidad de las mamás para tomar decisiones y muchas veces en la salud del bebé.
Texto darzamendia@abc.com.py
Fotos Guido Carvallo, gentileza