Vigor femenino

Lo más común es que relacionemos la testosterona solamente con los hombres. Sin embargo, esta hormona también está presente en el cuerpo femenino, y tiene la labor de proveernos fuerza y energía.

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La testosterona es una hormona producida por los testículos; es imprescindible para que se formen las glándulas genitales masculinas y mantener los rasgos del varón. Su nombre proviene del francés: testosterone y, a su vez, de testicule (testículo), sterol (esterol) y hormone (hormona). Pero esta hormona también se produce en los ovarios y las glándulas suprarrenales. Aunque en las mujeres se dé en poca cantidad, los especialistas dicen que no afecta al impulso sexual, puesto que –al parecer– las células del cuerpo femenino son más sensibles a la testosterona que las del hombre y basta una pequeña cantidad para estimular la libido, además de que intervienen estrógenos y progestágenos. En la mujer, la testosterona es la que mantiene la sensibilidad en los pezones y el clítoris. Pero además del deseo sexual, tiene otras funciones en la mujer: contribuye a la resistencia ósea, el desarrollo muscular y la fuerza; brinda sensación de bienestar y dispara energía.

En ambos sexos, los niveles altos de testosterona pueden provocar desórdenes. Para la mujer: trastornos hormonales, estimulación del crecimiento del vello facial y corporal, aumento de la masa muscular, reducción del tamaño del busto y aumento del tamaño del clítoris. Por otro lado, el nivel bajo puede producir disminución de deseo sexual, pérdida de memoria, dificultad de concentración, cansancio, falta de apetito, pérdida de fuerza y tono muscular (se caen los glúteos y la piel del antebrazo se vuelve flácida), disminución de densidad ósea, aumento de riesgo de diabetes, caída de cabello, acné, irritabilidad, mal humor.

Cabe destacar que operaciones como la histerectomía (retiro de los ovarios y el útero), algunos medicamentos recetados y llegar a la menopausia pueden provocar bajos niveles de la hormona.

Para evitar los altos y bajos de la testosterona, hay que consumir alimentos bajos en grasas y carbohidratos, y de alto contenido en fibra y proteína, además de mantener un peso saludable, practicar actividad física regularmente, dormir y descansar bien, y no excederse con el tabaco, café y alcohol. También, evitar el estrés, que estimula cortisol (hormona que causa obesidad y destruye los músculos) en vez de testosterona.

La mujer deportista sabrá que, cuanto más musculatura desarrolle al hacer pesas, mayor será su nivel de testosterona. Los esteroides anabólicos pueden aumentar notablemente el músculo magro, la fuerza y resistencia de la atleta, aunque su uso a nivel competitivo está penado por ley.

También, se ha constatado la influencia de la testosterona con el cerebro.

En la mujer embarazada, el alto nivel puede afectar principalmente al niño (varón), ya que tiene el doble de probabilidades que la niña de sufrir retrasos en el desarrollo del lenguaje. Igualmente, estudios básicos indican que la testosterona es neuroprotectora y tiene acciones antiinflamatorias dentro del cerebro. En las mujeres ancianas con síndrome demencial ayuda a la recuperación parcial de la memoria y a aplacar los miedos.

Reducir el azúcar

Cuanto más azúcar, menos testosterona; parece deberse a que el azúcar conduce a un alto nivel de insulina. Los alimentos que contienen azúcar o fructuosa añadida deben ser eliminados, así como limitar los granos, el pan y la pasta. Algunos ejemplos de grasas saludables a consumir son aceitunas y aceite de oliva, coco, nueces, almendras, carnes provenientes de animales alimentados con pastura, yemas de huevo de gallinas caseras, aguacate y aceites orgánicos de frutos secos sin calentar.

lperalta@abc.com.py

Fuente Internet

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