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La cortesía es un comportamiento humano de delicadeza; en la mejor expresión, es el uso práctico de las buenas costumbres o las normas de etiqueta. Es un fenómeno cultural definido y lo que se considera cortés en una cultura puede a menudo ser absolutamente grosero o simplemente extraño en otra. Mientras que la meta de la cortesía es hacer que todos los participantes de un encuentro estén relajados y cómodos el uno con el otro, estos estándares culturales definidos se pueden manipular ocasionalmente para infligir vergüenza en una de las partes. Los sociólogos Penélope Brown y Stephen Levinson identificaron dos clases de cortesía, derivados del concepto de Erving Goffman, pionero del estudio de las interacciones cara a cara, o microsociología.
Cortesía negativa: haciendo una petición menos transgresora, por ejemplo: “si a usted no le importa” o “si no es demasiada molestia”; respeta el derecho de una persona de actuar libremente. Significa deferencia. Hay un mayor uso de elementos indirectos del discurso.
Cortesía positiva: busca establecer una relación positiva entre las dos partes; respeta la necesidad de una persona de gustar y de ser entendido. Los elementos directos del discurso, los juramentos y las máximas de Paul Grice se pueden considerar aspectos de la cortesía positiva porque: demuestran el conocimiento de que la relación es bastante fuerte para hacer frente a lo que normalmente sería considerado descortés (en la comprensión popular del término). Articulan un conocimiento de los valores de la otra persona, que satisface el deseo de ser aceptada. Algunas civilizaciones parecen preferir una de estas clases de expresión de cortesía. De esta manera, la cortesía está culturalmente definida. Definimos, entonces, la cortesía como el arte de saber agradar a los demás.
Reglas de cortesía
Decir siempre: - Buenos días - Buenas noches - Buenas tardes - Gracias - Con permiso - Disculpe - Lo siento - No volverá a suceder - Muy amable - Cuando guste - Pase usted - Le ofrezco mi asiento - Por favor.