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¿Cómo despertó tu pasión por la danza? La comprensión de las indicaciones de los maestros en mis inicios fue preponderante para el aprovechamiento y aprendizaje de la disciplina. La formación a nivel superior y la satisfacción en el desempeño vienen luego. Es por eso que decidí volcarme a la danza como principal actividad.
¿Cómo describirías tu día a día, más allá de tu faceta artística? Comienzo bien temprano: tomo clase de ballet durante más o menos dos horas, luego ensayo hasta después del mediodía y por la tarde doy clases, generalmente dos o tres al día. El tiempo que me queda lo comparto con mi familia y un saludable descanso.
¿Una figura femenina que admires, que te haya inspirado y por qué? Destaco a la excepcional bailarina francesa Sylvie Guillem, considerada como la primera entre las primeras actualmente, título bien merecido por toda una vida dedicada a honrar la danza. Sus interpretaciones pasaron a la historia siendo la musa inspiradora de muchas piezas inolvidables. Es una de las más versátiles que dio la danza. Supo interpretar a clásicos, modernos y contemporáneos de manera sublime. Es de las pocas que realmente fue más allá de sus propios límites, lanzándose a la experimentación.
¿Cuáles son las similitudes y diferencias que encontrás al momento de interpretar una pieza de ballet clásico y otra más tradicional, como una polca, por ejemplo?
Las diferencias son bien marcadas en cuanto a los pasos, los cortes rítmicos y el vestuario. La similitud es la expresión de sentimientos, emociones individuales, de símbolos de la cultura y la sociedad, mediante el movimiento del cuerpo.
¿Cómo te sentís antes de pisar el escenario? Puede sonar cliché, pero nunca dejo de sentir nervios, nunca. La magia se produce. Aquellos que lo experimentaron saben de lo que hablo. Al estar frente al público, una deja de ser quien es y se viste con la piel del personaje. Es imperceptible, pero los nervios se evaporan. Cuando el público te premia con aplausos, te das cuenta de que el arduo trabajo valió la pena. No hay sensación que se compare con eso.
¿Cuál es el rol que, ya sea por la técnica o el personaje en sí, más te satisfizo? En este punto, quiero agradecer al Ballet de UniNorte y al rector de la universidad: el Prof. Dr. Juan Manuel Marcos, por darme la oportunidad de protagonizar una amplia lista de repertorios. Los papeles no son tan sencillos, todos difieren en la técnica y la interpretación, con situaciones muy cambiantes. Por ello, es difícil mencionar uno más satisfactorio.
¿Cómo te relacionás con tus padres, compañeros, maestros, amigos en general? Mis padres y hermanos me apoyan y acompañan siempre. Los compañeros bailarines y maestros me conocen como artista y persona; me vieron crecer en cada etapa. El ballet es mi segunda casa.
¿Qué grado de dificultad tiene en nuestro país desarrollar una carrera profesional en ballet clásico? Entendemos que la carrera de bailarín profesional trasciende las aulas y es un título que se gana a fuerza de sacrificio y esmero sobre el escenario. El bailarín profesional es la suma de conocimiento, talento y experiencia. En nuestro país hay muchas carencias en cuanto al apoyo al arte y la cultura, en especial a la danza clásica; aspecto que limita el interés de los artistas a dedicarse a esto profesionalmente.
¿Cómo vez actualmente la danza en nuestro país? Hay un nivel cada vez más alto en la enseñanza y las oportunidades. Son más los jóvenes talentosos que aspiran proyectarse a nivel internacional y prueba de ello es la incursión de muchos en prestigiosas escuelas del exterior. El apoyo del público se nota, cada vez, con mayor fuerza. Esto indica que hay cantidad, variedad, versatilidad y calidad de expresiones artísticas de la danza. Bailarines, coreógrafos y maestros configuran un mundo mayormente invisible, pero activo.
Carmen desea crecer, mejorar y disfrutar cada momento en el escenario. “En el futuro, quiero seguir enseñando, compartir con la nueva generación mis experiencias y formar bailarines que puedan vivir el maravilloso mundo de la danza”, concluye.
Carmen González Cano
Con la estética innata que evocan las expresiones artísticas, esta eximia bailarina demuestra la versatilidad de los pasos que da en su vida. Conozcamos más acerca de una destacable figura de la danza que, con su talento y humildad, rinde tributo a todas las mujeres paraguayas.
BALLET EN EL PARAGUAY
A mediados del siglo XX, Erika Milé, de procedencia judío-polaca, llegó al país y fue la primera en promover la enseñanza de la danza. Tiempo después, en la década del 50, Tala Ern, de ascendencia rusa y formada en escuelas europeas, fue la pionera del estilo clásico. En 1972, fundó el Ballet Clásico y Moderno Municipal, siendo su primera directora.
Aquí hay varias escuelas que llevan años en la enseñanza. En Asunción, a nivel público, tenemos el Instituto Superior de Bellas Artes y el Instituto Municipal de Arte. Ambos realizan audiciones cada año.
La carrera dura 12 años. El primero es preparativo, el segundo se denomina preballet y desde el tercero, comienza el 1.° curso. Diversas materias componen la malla curricular de la disciplina, como Composición coreográfica, Música, Lengua francesa, Historia de la danza, Anatomía, entre otras.
En nuestro país, tres son los elencos estables: el Municipal, el Ballet Nacional Contemporáneo y el Ballet de la Universidad del Norte.
carlos.canete@abc.com.py
Fotos Celso Ríos, gentileza
Peinó y maquilló Nadia López