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Es casi corriente que, a lo largo de los años, vayamos constatando en nuestra piel la aparición de distintos tipos de lunares, científicamente conocidos bajo el nombre nevus. Estos se caracterizan por brotar en tres colores distintos, como el rosa, el tostado y el castaño; y siempre con un borde marcadamente definido. Se trata de la proliferación de determinadas células pigmentadas, llamadas melanocitos, las cuales facilitan la coloración de la dermis. Su aparición se percibe recién después de su eclosión, y se desarrollan durante la infancia y adolescencia. Se concentran en un pequeño cúmulo esférico, que da origen a una mancha de lunar. “Generalmente, los lunares no ocasionan inconvenientes, porque, en su mayoría, son benignos. Ahora bien, la pregunta que frecuentemente nos formulamos es si son capaces de acarrear problemas. Por eso, es necesario que el médico de cabecera y el dermatólogo los examinen a fin de descartar cualquier riesgo para la salud. La práctica de exámenes podría anticipar enfermedades graves, como el cáncer de piel”, expone el doctor Vladimir Vidal González, especialista en Medicina Interna. El profesional pone mucho énfasis en que nadie está exento de la formación de melanomas o lunares, teniendo en cuenta que al exponernos excesivamente a los rayos UV, estamos propiciando la configuración de cúmulos de melanocitos, lo que daría pie a la generación de nuevos lunares o pecas. “Cualquier persona sometida a mucha agresión externa podría desarrollar cáncer de piel, pero existe un grupo susceptible que debe prestar más atención a sus cuidados. Aquellos con múltiples lunares, ya sean atípicos, grandes o irregulares, deberían calendarizar una visita al médico. Desde el momento en el que noten algún cambio de color, un crecimiento acelerado o cierta comezón, están ante signos de alarma”, advierte Vidal González.
Alerta
Tanto los gremios como las sociedades médicas proponen seguir una guía denominada Nemotécnica ABCD, para especificar el estado de los lunares que podrían considerarse malignos. Estos se caracterizan por:
A= Asimetrías en la forma del lunar.
B= Bordes irregulares, con límites difusos, borrosos.
C= Color cambiante, variaciones entre el marrón, negro, rojizo, azulado o blanco.
D = Diámetro superior a los 6 mm, sin dejar de lado la existencia de melanomas de inferior tamaño, como de 3,4 mm.
Lo más sencillo es efectuarse periódicamente un autoexamen, que no demanda más de unos 5 o 10 min frente al espejo, y consta de los siguientes pasos:
1. Examinar la zona anterior y posterior del cuerpo. Después, controlar ambos costados con los brazos levantados.
2. Flexionar brazos y codos para contemplar axilas, antebrazos, palmas de las manos y entrededos.
3. Revisar la zona anterior y la posterior de los muslos y las piernas, como también las plantas de los pies y entrededos.
4. Verificar el estado del cuero cabelludo desde la nuca con la ayuda de un espejo de mano, separando los pelos.
5. Visualizar también la zona glútea y genital.
BELLEZA LUNAR
En países orientales, como la India, la abundante presencia de lunares es sinónimo de belleza. En coincidencia, la lengua francesa los denomina granos de belleza, y sus referentes aseguran que se trata de una etimología popular, desprendida del satélite celestial más cercano al globo terráqueo. Años atrás, adivinos y astrólogos reconocían la influencia ejercida por el astro lunar sobre los reflejos de sus pensamientos. Es más; el apelativo que les ha sido asignado a los lunares se derivan del poder que presume la Luna durante sus apariciones.
Texto dbattilana@abc.com.py