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El maquillaje corrido, la ropa visiblemente mojada, piel pegoteada y, para colmo, emanando ciertos aromas que espantan hasta al más valiente, son escenas de la vida diaria que se dan cuando transpiramos, principalmente con nuestro agobiante calor.
En condiciones normales, el sudor es un líquido transparente compuesto por agua y minerales; es excretado por las glándulas sudoríparas, situadas en el tejido subcutáneo. “Las zonas con mayor producción de sudor son las palmas de las manos, plantas de los pies y región frontal del rostro; increíblemente, tan solo 1 % del sudor se produce en las axilas, aunque aquí se perciba notoriamente porque es más difícil de que se evapore”, detalla la doctora Roxana Maciel, especialista en dermatología.
La transpiración es un mecanismo de defensa, ya que regula la temperatura corporal para que no exceda los 37 grados. “El sudor sobre la dermis luego de evaporarse refresca el cuerpo”, indica.
Aunque lo normal debería ser sudar cuando realizamos ejercicios o en el verano, en algunos casos se debe a otro factor, por lo general de tipo emocional. Axilas, manos, rostro, cabeza, empapados constantemente, son un impedimento que condicionan las actividades laborales, sociales y afectivas. La producción excesiva de sudor o hiperhidrosis es bastante frecuente. “Se convierte en un problema cuando afecta las actividades diarias, acarreando discapacidad en el trabajo y en el ámbito social al sentir las prendas y los utensilios de trabajo mojados e, incluso, gotear y rociar el suelo con sudor; por otro lado, produce una sobreinfección cutánea por bacterias u hongos, lo que es más común en los pies; en las manos ocasiona dermatitis, así como manos frías y cianóticas”, expresa la profesional sobre este trastorno traumático para quienes lo padecen. Se aconseja acudir a un especialista para conocer las causas que lo provocan y seguir un tratamiento específico para combatirlo.
Olores que matan
¿Por qué el sudor huele mal? “En realidad, la transpiración no posee olor. Pero el ambiente propio de las axilas sin mucha ventilación y la humedad propician el ambiente ideal para el desarrollo de bacterias; en esta zona se encuentran los dos tipos de glándulas, la apocrina y la ecrina; la flora bacteriana de la piel degrada los productos de la secreción de dichas glándulas, produciendo sustancias volátiles causantes del mal olor”, explica la dermatóloga.
Maciel recomienda mantener una correcta higiene de ropas y calzados, usar medias de algodón y la eliminación de los vellos de las axilas para evitar el cúmulo de bacterias. “El uso diario del antitranspirante, si bien es imperativo en esta temporada, no lo es menos en el invierno”.
Lo que en otras épocas era considerado un estímulo, hoy en día el hedor corporal es motivo de rechazo de aquellas personas de quienes emana, ya que es un signo de desconsideración y falta de limpieza. Para suprimir aromas desagradables, los desodorantes y antitranspirantes desempeñan un rol fundamental. Maciel comenta que tanto los antitranspirantes como los desodorantes cuentan con fórmulas para controlar el olor y contienen principios activos para reducir el sudor de las axilas. El objetivo del desodorante es ocultar el olor desagradable y perfumar el cuerpo. Su efecto antibacteriano es menor, no bloquea el exceso de sudor, por lo tanto, no impide la transpiración y puede utilizarse en otras zonas del cuerpo. En cambio, los antitranspirantes contienen principios activos que reducen el sudor de las axilas, frena su difusión hasta en un 70 %, disminuyendo el ambiente propicio para el crecimiento bacteriano, así como el aparecimiento del olor. Su uso es localizado, y su efecto puede durar entre 12 y 48 horas.
Sylvia.vong@abc.com.py