Retratos con alma

Nació en Posadas, Misiones, Argentina. En el año 1999 llegó a nuestro país con su familia. Estudió Administración de empresas y Contabilidad, y se vinculó al arte mediante los retratos de hiperrealismo.

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Rosarito Báez Elicetche, a su corta edad, logró profundizar sus conocimientos innatos en la pintura. Mediante el empeño que demuestra en cada obra, se destaca en el mundo del arte y es invitada a exponer sus obras en el extranjero, aunque asegura que los costos de envío son bastante altos y hasta el momento pospuso muestras en Estados Unidos y Marruecos. Sin embargo, exhibió sus retratos en la Manzana de la Rivera, en el Espacio de Arte Itau-Arlequín y en otros lugares. Cuenta con una larga experiencia, ya que comenzó desde pequeña con la pasión por los retratos.

A su última exposición la denominó Ventanas del Alma, ya que afirma que los espectadores enfatizan la mirada de las láminas.

La artista utiliza la técnica de hiperrealismo y diversas combinaciones de óleos, tanto con el uso de pinceles como con las espátulas.

La frase que la inspira a crear es “Lo imposible solo tarda un poco más. Todo depende de uno; si querés, vas a llegar”. Estaba consciente de que debía estudiar una carrera universitaria y enfocarse en todas las actividades que le gustaban. “Siempre fui decidida; recuerdo que a los 8 años me dispuse a consumir jugos y agua para evitar tomar gaseosas. Hasta hoy mantengo firme aquella decisión y también otras”.

¿Cómo empieza esta pasión por los retratos a lápiz? Desde chiquita dibujaba cualquier objeto que me atraía. Mi hermana María Delfina también me pedía que dibuje para ella, ya que se percataba de mi gusto por los dibujos. Pasaba el día concentrada frente a una hoja, pero había algo que no me salía y eran los rostros, entonces me propuse practicar hasta lograr la perfección. Así fue que comencé a enfocarme en las facciones y finalmente aprendí.

¿Dónde adquiriste la técnica? No estudié. Desde niña siempre dibujé sola; mis conocimientos son innatos, ya que mi abuela paterna pintaba sobre lienzo. La única vez que asistí a un taller fue para adquirir técnicas de mezclas de colores. Pero para lograr mi objetivo, no hubo un día en el que dejé de ensayar.

¿Cómo te hiciste conocer? Fue de casualidad. Siempre tengo los retratos en mi casa. Mi papá forma parte de la organización Rotary Internacional y se desempeña como coordinador regional encargado de seis países. En ocasiones recibimos en mi casa a varios extranjeros. Así nacieron las oportunidades, ya que ellos posteriormente comentaban a expositores, que luego se comunicaban conmigo. Fue así que, en una oportunidad, un señor se acercó y me comentó que iban a presentar una exposición colectiva en Argentina. Me preguntó si me gustaría participar y acepté la propuesta, pero al mirar mis retratos me dijo que no iba a darme el espacio para la exposición colectiva, le respondí que no había problema y terminó diciéndome que la muestra sería solo para mí. Fue en Buenos Aires, durante un mes, y la inauguración fue a sala llena. Estuvo presente la prensa además de varias personalidades, entre ellas Mirtha Legrand y justamente exhibí un retrato de ella.

¿Cuál es el proceso de tu trabajo? Para realizar un cuadro, necesito que me llame la atención la mirada y, si no lo logro, es imposible que pueda pintar. Lo primero que bosquejo son los ojos y, cuando la lámina 'me mira', termino de dibujarlo. Generalmente puedo tardar entre tres a siete horas, o incluso un mes.

¿Cómo obtenés las imágenes para retratar? A veces me traen los clientes, o busco fotos de internet que me impacten. No retrato en vivo; me acercan sus fotografías y lo único que les pido es que no estén quemadas por el flash.

¿Cuál es el desafío que te falta concretar? Ilustrar sobre un material más extenso. A medida que aumenta la proporción, la imagen debe ser relativamente igual a la que estás copiando. El desafío es mantener la figura real. Una de las virtudes de mi cuadro es que la impresiones idéntica, observando de lejos o de cerca. Porque otros retratos se distinguen mediante el distanciamiento.

¿Cómo lográs ese efecto? Copio exactamente lo que veo. Trato de aplicar cada detalle mínimo del rostro.

¿Retrataste a algún miembro de tu familia? A todos. Cuando empecé la creación, era exclusiva para ellos. En una ocasión, me retraté con mi hermana y expuse en una muestra colectiva organizada por el retratista Milciades Larroza. Me acuerdo que mi panel estaba ubicado en una esquina y sin querer todos se acercaban. Ese día me acompañó mi hermana y, como soy tímida, traté de pasar desapercibida, aunque los presentes nos miraban porque se daban cuenta de que éramos nosotras.

¿Esa timidez interfiere en el desarrollo de tu talento? Junto fuerzas cada vez que hay exposiciones y cuando estoy en el lugar, se me pasa. De todos modos, en casi todas las exhibiciones las persona buscan a una artista mayor y de repente, cuando me ven, se impresionan.

¿Confiás en tu trabajo? Sí confío en mi trabajo y adonde llegaré. Más allá de la timidez en público, la confianza la tengo porque mis cuadros logran un buen impacto y poseen buena calidad. Al principio, la sensación de aceptación era algo normal, porque pintaba todo el día, pero al escuchar las opiniones de los demás, entendí que mis cuadros no solo me gustaban a mí.

¿Tenés pensado dar color a tus retratos? Justamente ahora voy a empezar con eso. Pensé colorear pero solo en algunas zonas, para que llamen la atención y también variar con las tonalidades, buscar el impacto realista; espero conseguirlo.

Rosarito ejecuta el piano, la guitarra y el violín. Realiza artesanía en porcelana fría y habla cinco idiomas: francés, italiano, alemán, inglés y portugués. Además, canta en el registro de soprano lírico ligero y trabaja como modelo independiente. Practica muay thai y equitación.

Pasión y pasatiempo

Uno de sus mayores guías es el artista Hernán Miranda, amigo de su familia, que siempre le inculcó continuar con el arte de los retratos. La técnica de Rosarito consiste básicamente en lápiz y esfumado con los dedos y utiliza el borrador para crear un efecto de luz que le proporciona distinción. Cuando dibuja más de cinco horas, pide ayuda a su hermana para que verifique el retrato y observe algún error. Cuando ella le da su opinión se queda más tranquila. “Me concentro mucho y en lo posible trato de no equivocarme y observar cada detalle, pero cuando estás muchas horas frente a tu trabajo es mejor que otra persona también lo analice. Cuando solicitan algún retrato los clientes piensan que el resultado es igual a una fotocopia y se siente mucha presión”.

Texto  || dbattilana@abc.com.py

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